Ecología de los aterrizajes es el término creado por J. J. Ballester Olmos, especialista en el tratamiento científico de esta categoría de visiones, para referirse a los efectos que la presencia de los OVNIs ejerce en suelos y plantas.
La Enciclopedia de los encuentros cercanos con OVNIs (obra que escribió Ballester con J.A. Fernández) ilustra una rica muestra de tales efectos, referidos a hechos que han acaecido en España. Se conocen 52 informes de huellas producidas por este fenómeno.
En resumen, las señales físicas que los OVNIs originan en el medio ambiente se dividen en cuatro clases generales: marcas producidas por el asentamiento de tres soportes (16%), señales en forma circular (25%), huellas especiales (16%) y huellas irregulares (43%).
La superficie de tierra o de hierba hollada por un OVNI suele tener forma circular o de remolino. Cuando se conoce el diámetro del «circulo OVNI», podemos agruparlo en estos tres apartados:
De 6 a 10 metros 50%.
De 11 a 20 metros 20%.
Además, hallamos cuadrados, rectángulos e incluso un pentágono. El que geometrías y dimensiones sean tan heterogéneas se convierte en un problema añadido, que no podemos ocultar.
La sección que versa sobre huellas irregulares es extensa y recoge una gran variedad de descripciones. Fundamentalmente, se trata de daños causados en los vegetales (pastos matorral, cultivos, arbolado) por el descenso de los OVNIs, y puede descomponerse así:
• Quemadura, carbonización, calcinación 36%
• Deshidratación, sequedad, hoja amarillenta 17%
• Aplastamiento mecánico, pisadas 33%
• Inhibición de crecimiento vegetal 7%
• Caída de hojas 5%
• Rotura de ramas de árbol 2%
14 x 32 cms.
15 x 39 cms.
42 cms.
Generalmente, se aprecia un proceso calorífico acentuado, información que aportaría alguna pista sobre la naturaleza del fenómeno. Todas las medidas de radiactividad no natural fueron negativas.
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