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¿QUIÉN FUÉ CARLOS CASTANEDA?

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ASTROARQUEOLOGIA DEL 66 A.C AL SIGLO I D.C.




- 66 a.C.

Esta ocasión es Plinio (Libro II, XXXV), quien relata un nuevo fenómeno aéreo anómalo:

"En el consulado de Cneo Octavio y Cayo Scribonio fue visto caer una chispa de estrella y aumentar de tamaño al aproximarse a la Tierra, y tras hacerse tan grande como la Luna difundió una tenue luminosidad, y luego, volviéndose hacia el cielo, se tornó como una antorcha; ésta es la única noticia de lo ocurrido. Fue visto por el procónsul Sila y su séquito".


- 63 a.C.

En Spoletium, ciudad de Umbría, un destelleante haz luminoso atravesó el cielo desde el Oeste, siendo sacudida toda la ciudad por temblores de tierra.

- 50 a.C.

Marco Tulio Cicerón escribe en Divinationis (Libro 1, cap. XLIII):

"Fueron vistas dos o tres lunas aparecer, y llamas de fuego observadas en el cielo. En otra ocasión el sol sustituyó a la noche, y ruidos fueron escuchados en el cielo. Las propias nubes parecían explotar, y aparecieron extraños globos en el cielo". 

-49 a.C. 

Según Plinio, en Samnium fue observado un nuevo fenómeno aéreo, durante el consulado de Lucius Paulus y Caius Marcellus.

Ese mismo año Cayo Suetonio, en su obra Los Doce Césares, recoge el insólito encuentro de Cayo Julio César con una "aparición de sobrehumana estatura y belleza", en la frontera entre la Galia e Italia.

La vida de Julio César está plagada de incidentes anómalos, en los cielos y en la tierra. 


- Agosto. 48 a.C. 

Plutarco recoge un nuevo incidente de César acaecido en Tessalia cuando antes de la batalla entre los ejércitos de Julio César y de Pompeyo, al alba, una luz grande y brillante apareció sobre el campo. El mismo César afirmó haber visto la llameante "antorcha" que salió de aquella luz precipitándose sobre el campamento de Pompeya, mientras inspeccionaba las guardias.

Curiosamente, el resultado de esa batalla, según recoge Dio Cassius, fue revelado en Siria, a mil quinientos kilómetros de distancia, paralelamente, por dos extraños jóvenes que desaparecieron tan misteriosamente como habían aparecido. 

- 44 a.C. 

Como recoge Drake, Plutarco relata en su César, LXIII, entre otros muchos prodigios celestes, luces en los cielos, ruidos atronadores y "aves de presagio". El filósofo Estrabón dice que fueron vistas multitudes de "hombres incandescentes precipitándose desde las alturas". Plinio (Libro II, XXXI), cita que fueron vistos tres soles en el cielo de Roma. 

- 42 a.C

Varios episodios son recogidos por las obras de Obsequens en este año. Tres soles observados en Módena, cerca de la tercera hora del día, que terminaron uniéndose en uno solo. En Roma, una luz enorme brilló en el cielo, y la gente se levantó para trabajar pensando que se había hecho de día. Por otro lado, en Mutina, nuevamente tres soles se unieron en uno solo, en la tercera hora del día. 

- 41 a.C. 

Según Lycosthenes, en Cnido, río de Cilicia, fueron vistos tres soles en el cielo que se unieron en uno. 

- 16 a.C. 

Raymond Drake, en Dioses y Hombres del Espacio, menciona cómo este año, en Italia, una "antorcha ígnea" cruzó el espacio convirtiendo la noche en día. 

- 12 a.C. 

En Roma un "cometa" iluminó la ciudad imperial durante varios días, y después se desvaneció en forma de pequeñas antorchas. 

- 9 a.C. 1o de Febrero

Según Yusuke Matsumura, en la japonesa Kyu Shu, aparecieron nueve soles en el cielo que causaron gran caos, confusión y desorden en la dinastía Yamato y entre todos los testigos.

- Año Cero 

En la cronología occidental, dejando a un lado los errores históricos de cronología, calculados entre 4 y 7 años, nuestra Era comienza con el nacimiento de Jesús de Nazaret. Dicho nacimiento, según numerosos autores, fue "ilustrado" por un fenómeno aéreo anómalo sobradamente conocido: la "estrella" de Belén. A este caso se han dedicado volúmenes monográficos, como El OVNI de Belén, del investigador español J. J. Benítez. 

- Siglo I 

Son numerosísimos los incidentes aéreos anómalos recogidos por los historiadores romanos durante el siglo I de nuestra Era. Plinio el Viejo, por ejemplo, podría considerarse como uno de los primeros ufólogos de la historia, ya que sus recopilaciones sobre extraños fenómenos celestes son realmente notables. En el libro II de la Historia Natural, por ejemplo, Plinio escribe:

"Roma es el único lugar del mundo dedicado a un cometa, a aquel que el divino Augusto juzgó favorable para sí mismo; el que apareció al comienzo de su vida pública, durante los juegos celebrados en honor de Venus madre, poco después de la muerte de su padre César, en el colegio instituido por este último a tal fin. Expresa su gozo con estas palabras: Durante los días de la celebración de mis juegos fue observada una estrella con cola, que duró siete días, en la región del cielo que cae hacia septentrión. Esta estrella permanecería hasta casi las once horas del día, era resplandeciente, y fue visible desde toda la tierra. 

También se ha dado el caso de ser visibles varios soles al mismo tiempo, nunca por encima o por debajo del Sol, sino a un lado. Ni cerca de la Tierra ni en su dirección, sino hacia levante o hacia poniente. Se dice que una sola vez se ha observado este meteoro durante el día; esto aconteció en el Bósforo, y su contemplación duró desde la mañana hasta la puesta del sol. 

En otros tiempos, a menudo se vieron tres soles; por ejemplo, durante los consulados de Sp. Postumio y Q. Mucio, de M. Porcio y, de M. Antonio y P. Dolabella, de M. Lépido y L. Planco, y en nuestros días fueron visibles durante el principado del divino Claudio, siendo colega en su consulado Camello Orfito. 

En vida mía, no he oído nunca que más de tres soles hayan sido vistos simultáneamente. Aparecieron tres lunas durante el consulado de Gn. Domicio y Fannio...". 

Pero no sólo Plinio el Viejo recogió es-tos extraños incidentes aéreos. Otros muchos historiadores romanos, griegos, o incluso japoneses, relataron incidentes si-milares con datos muy concretos. 

- 9 d.C

Dio Cassius describe cómo el Templo de Marte, en el campo del mismo nombre, fue alcanzado por el rayo y numerosas langostas invadieron la ciudad y fueron devoradas por golondrinas; "y los picos de los Alpes parecieron derrumbarse sucesivamente y despedir a lo alto tres columnas de fuego. El cielo pareció arder en muchos puntos y numerosos cometas aparecieron al mismo tiempo, y del norte parecieron ser lanzados dardos que caían en dirección del campamento romano". 

- 14 d.C. 

También Cassius relata este año cómo el Sol sufrió un eclipsamiento total y la mayor parte del cielo pareció estar incendiándose, ascuas ardientes parecieron caer de él, y se vieron cometas de rojo color de sangre. 

- 17 d.C 

Nuevamente Plinio el Viejo, esta vez en el Libro XI-XXIV de su Historia Natural, escribe:

"Hay también luces meteóricas que sólo se ven cuando caen; por ejemplo, una que recorrió el cielo a mediodía y a la vista de todo el público cuando Germánico estaba ofreciendo un espectáculo de gladiadores. De ésas las hay de dos clases: una especie de llamaradas "lampadarios", que significan "antorchas", y las otras "bólidos", "misiles", que son de la clase de las que aparecieron en época del desastre de Módena. La diferencia entre ellas es que las antorchas trazan largos regueros, con su parte delantera incandescente, mientras que las otras están encendidas en toda la longitud de su recorrido, que es largo". 

- 18 d.C.

Ovidio, que murió en este año, relató antes de fallecer que en medio de la noche había visto un sol blanco y de mucho brillo. 

- 41 d.C. 

El emperador Claudio, que durante su época de consulado ya había sido testigo del fenómeno de los tres soles en el cielo, asciende al poder hasta el 54 d.C.

Durante su reinado, según relata Séneca en su obra Cuestiones Naturales, un cometa procedente del Norte se alzó hacia el cenit para luego ser llevado hacia el Este. 

- 48 d.C. 

Según recoge Giuseppe Rosaccio en "Le Sei Etá del Mondo", tres soles fueron vistos en el cielo de Roma. 

- 60 d.C. 

Julius Obsequens refiere que un "escudo ardiente" acompañado de un gran haz de luz, fue visto en Roma.

Refiriéndose a este año Séneca escribe:

"Hemos podido contemplar durante seis meses este cometa que apareció en el feliz reinado de Nerón". 

- 65 d.C. 

En Las guerras de los Judíos (Libro IV, cap. V), Flavio Josefo expone lo acontecido en Jerusalén este año:

"Una vez aparecieron encima de la ciudad una estrella semejante a una espada y un cometa que duró un año entero. Con anterioridad a la rebelión judía, y antes de las algaradas que precedieron a la guerra, el pueblo llegó en grandes contingentes a celebrar la fiesta del pan ácimo, el día octavo del mes de Xánticos (Nisan); a la hora nona de la noche, brilló una gran luz en el altar y el santuario, análoga a la del día, persistiendo media hora..."

Más adelante, Josefo explica cómo pocos días después de la fiesta, el vigésimo primero del mes de Artemisios (Jyar), aconteció un fenómeno increíble y maravilloso. Se le podría tildar de fábula —explica Flavio Josefo— si no lo refiriesen los que lo presenciaron y si la índole de los hechos que ocurrieron no justificasen aquellas señales. Antes de la puesta del Sol corrieron, entre las nubes, sitiando ciudades, carros y soldados armados de pies a cabeza. 

- 71 d.C 

Relata Lycosthenes:

"Además, de Este a Oeste fueron vistos dos soles al mismo tiempo, uno de los cuales flaco y pálido, y el otro limpio y poderoso". 

- 76 d.C

"También hay estrellas que nacen súbitamente en el mismo cielo. Estrellas-jabalinas vibrantes como una saeta, y que son un terrible portento. A esta clase pertenecen el cometa sobre el cual Tito escribió, durante su consulado su famoso poema, siendo esta la última aparición hasta el presente. Las mismas estrellas, cuando son más cortas y se reducen hasta un punto, han sido llamadas "dagas". 

Estas son las más pálidas de todas y tienen el fulgor como el destello de una espada, y no tienen radiación alguna". 

Así lo escribe Plinio en el Libro II, CXXII de Historia Natural.  

- 77 d.C. 

Nuevamente Julius Obsequens recoge la aparición de un "escudo envuelto en brasas" observado en el cielo de Roma. 

- 98 d.C.

Lycosthenes es quien recoge ahora un nuevo avistamiento en Tarquinos:

"Fue avistada una antorcha ardiente en todo el cielo. De repente, cayó. Al lado del sol un escudo incandescente pasó por el cielo de Roma. Este vino destelleando por el Oeste y cruzó hacia el Este". 

- Siglo II 

Según los teólogos y exégetas contemporáneos, en los albores del siglo II es cuando se redactan, por autores desconocidos o al menos de identidad discutible, los evangelios del Nuevo Testamento. Dichos textos, al igual que toda la Biblia (como cualquier otro Libro Sagrado de cualquier cultura) están repletos de alusiones a sucesos extraños en los cielos.

La visión de Ezequiel, la Gloria de Yahveh, o la columna de fuego que guió al pueblo de Israel en su éxodo son algunos episodios que, para desencanto de los exégetas, los ufólogos modernos interpretan como incidentes OVNI.

Uno de los relatos más clásicos, hoy considerado por muchos autores como una abducción, es el "rapto" de Elías o el de Enoch.

Estos relatos también se encuentran en la literatura "profana" del siglo II.

Galeno, por ejemplo, en su obra Comentario a los apotegmas de Hipócrates, comenta:

"Es generalmente sabido que Esculapio fue elevado a los ángeles en una columna de fuego, cosa semejante a la cual se refiere también con respecto a Dionisio, Hércules y otros que laboraron en beneficio de la Humanidad". 

Con respecto al mítico Hércules, por ejemplo, escribe Apolodoro en su obra Historia:

"Hércules se trasladó a Oeta en el territorio tranquiniano y construyó allí una pira y montó en ella. Y cuando la pira estaba ardiendo, se cuenta que una nube le llevó flotando a los cielos". 

Para autores como Andreas Faber Kaiser, Robert Charroux, Peter Kolosimo, Erich von Dániken, Sánchez Bueno, Azcuy y, en definitiva, todos los especialistas en astroarqueología, estos relatos mítico-religiosos no son más que fieles descripciones de encuentros cercanos y avistamientos de OVNIs, que se produjeron realmente tal y como describen los testigos. Y los relatos de fenómenos aéreos in-sólitos no escasean precisamente en el siglo II. 


© Carballal,1991



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