- Siglo II
Según los teólogos y exégetas contemporáneos, en los albores del siglo II es cuando se redactan, por autores desconocidos o al menos de identidad discutible, los evangelios del Nuevo Testamento. Dichos textos, al igual que toda la Biblia (como cualquier otro Libro Sagrado de cualquier cultura) están repletos de alusiones a sucesos extraños en los cielos.
La visión de Ezequiel, la Gloria de Yahveh, o la columna de fuego que guió al pueblo de Israel en su éxodo son algunos episodios que, para desencanto de los exégetas, los ufólogos modernos interpretan como incidentes OVNI.
Uno de los relatos más clásicos, hoy considerado por muchos autores como una abducción, es el "rapto" de Elías o el de Enoch.
Estos relatos también se encuentran en la literatura "profana" del siglo II.
Galeno, por ejemplo, en su obra Comentario a los apotegmas de Hipócrates, comenta:
"Es generalmente sabido que Esculapio fue elevado a los ángeles en una columna de fuego, cosa semejante a la cual se refiere también con respecto a Dionisio, Hércules y otros que laboraron en beneficio de la Humanidad".
Con respecto al mítico Hércules, por ejemplo, escribe Apolodoro en su obra Historia:
"Hércules se trasladó a Oeta en el territorio tranquiniano y construyó allí una pira y montó en ella. Y cuando la pira estaba ardiendo, se cuenta que una nube le llevó flotando a los cielos".
Para autores como Andreas Faber Kaiser, Robert Charroux, Peter Kolosimo, Erich von Dániken, Sánchez Bueno, Azcuy y, en definitiva, todos los especialistas en astroarqueología, estos relatos mítico-religiosos no son más que fieles descripciones de encuentros cercanos y avistamientos de OVNIs, que se produjeron realmente tal y como describen los testigos.
Y los relatos de fenómenos aéreos insólitos no escasean precisamente en el siglo II.
- 174 d.C.
Dio Cassius escribe en el volumen LX-XII de su Historia Romana:
"Durante una gran batalla contra los quadrí, Marco Aurelio temió por todo su ejército. Una legión entera de cristianos oró por su dios, quien inmediatamente prestó oídos fulminando al enemigo con sus rayos y aliviando a la par a los romanos con intensa lluvia. Marco se quedó muy asombrado ante este hecho, y no sólo honró a los cristianos con un edicto oficial, sino que dio el título "Tonante" a su legión. Numerosos rayos cayeron en filas enemigas y el agua y el fuego descendían simultáneamente, consumiendo a los bárbaros. Pues la lluvia era como aceite que hacía que el fuego se extendiera".
- 192 d.C.
Herodiano, en el Libro I de su Historia del Imperio después de Marco Aurelio, describe un objeto particularmente brillante que cruzó el cielo, y otras maravillas que hubo en aquellos días, asegura en sus escritos que "estrellas fueron vistas en el aire en pleno día".
Por su parte, el historiador Helio Lampridio escribe en Vida de Comodo:
"Durante el reinado de Cómodo un objeto particularmente brillante cruzó el cielo".
- 193 d.C.
Dio Cassius, refiriéndose a la conspiración contra Didio Juliano, escribe en el libro LXXXIV de Historia Romana:
"Tres hombres trataron de asegurarse el control de los asuntos: Svero, Níger y Albibo. Estos eran los tres hombres augurados por las tres estrellas que súbitamente aparecieron a la vista rodeando al Sol cuando Juliano se hallaba en nuestra presencia ofreciendo sacrificios de ingreso frente al edificio del Senado. Estas estrellas fueron tan visibles que los soldados se las quedaron mirando continuamente y señalándoselas mutuamente, declarando que algún terrible hecho debía acontecer al emperador".
- 217 d.C.
Nuevamente la Historia Romana de Dio Cassius recoge un incidente insólito:
"En Roma, un espíritu con apariencia de hombre llevó un asno al Capitolio y después al Palacio. Al ser preso por eso y ser enviado a Antonino, dijo que no se presentaría ante el emperador. Y cuando llegó a Capua se desvaneció de repente".
"En Roma, un espíritu con apariencia de hombre llevó un asno al Capitolio y después al Palacio. Al ser preso por eso y ser enviado a Antonino, dijo que no se presentaría ante el emperador. Y cuando llegó a Capua se desvaneció de repente".
- 249 d.C.
Un día no determinado aparecieron frente a los espantados y aterrorizados habitantes de Palmira (Siria), dos grandes esferas flameantes que giraban una junto a la otra, para después apartarse dejando paso al fulgor de unos relámpagos entre ellas.
Una de las esferas, como sintiéndose en peligro, descendió, pasando a velocidad de vértigo sobre la ciudad, de modo que la temperatura se elevó súbitamente y muchas palmeras fueron dañadas. El duelo continuó algún tiempo, con persecuciones y descargas de relámpagos, hasta que uno de los globos se transformó en una enorme nube y de ella cayeron pedazos de objetos que se hundieron en la arena; en cuanto al otro globo, desapareció en lo alto del cielo.
Esto relata Alberto Fenóglio en Cronistoría su Oggetti Del Passato.
Una de las esferas, como sintiéndose en peligro, descendió, pasando a velocidad de vértigo sobre la ciudad, de modo que la temperatura se elevó súbitamente y muchas palmeras fueron dañadas. El duelo continuó algún tiempo, con persecuciones y descargas de relámpagos, hasta que uno de los globos se transformó en una enorme nube y de ella cayeron pedazos de objetos que se hundieron en la arena; en cuanto al otro globo, desapareció en lo alto del cielo.
Esto relata Alberto Fenóglio en Cronistoría su Oggetti Del Passato.
- 312 d.C.
Escribe el biógrafo de Constantino el Grande, en su Vida de Constantino (Libro I, capítulo XXIII):
"Hacia las horas meridianas del sol, dijo Constantino que vio con sus propios ojos el trofeo de la cruz en los cielos, situado sobre el sol radiante de luz y con una inscripción adjunta conteniendo las palabras "con esto conquisto" y que a la vista de ello quedaron pasmados tanto él como todas sus fuerzas militares, las cuales le seguían en su marcha y fueron espectadores del milagro".
Posteriormente, el historiador Edward Gibbon diría sobre este avistamiento:
"Este sorprendente objeto del cielo asombró a todo el ejército, así como al mismo emperador, quien, aún indeciso sobre la elección de una religión, trocó su asombro en fe por la visión que tuvo la siguiente noche. Pues Cristo se le apareció ante sus ojos y, desplegando el mismo signo de la cruz, dijo a Constantino que fabricase un estandarte semejante y marchara con la seguridad de la victoria contra Magencio y todos sus enemigos".
"Hacia las horas meridianas del sol, dijo Constantino que vio con sus propios ojos el trofeo de la cruz en los cielos, situado sobre el sol radiante de luz y con una inscripción adjunta conteniendo las palabras "con esto conquisto" y que a la vista de ello quedaron pasmados tanto él como todas sus fuerzas militares, las cuales le seguían en su marcha y fueron espectadores del milagro".
Posteriormente, el historiador Edward Gibbon diría sobre este avistamiento:
"Este sorprendente objeto del cielo asombró a todo el ejército, así como al mismo emperador, quien, aún indeciso sobre la elección de una religión, trocó su asombro en fe por la visión que tuvo la siguiente noche. Pues Cristo se le apareció ante sus ojos y, desplegando el mismo signo de la cruz, dijo a Constantino que fabricase un estandarte semejante y marchara con la seguridad de la victoria contra Magencio y todos sus enemigos".
- 314 d.C.
Enero. El profesor de literatura china Ke Yang, de la Universidad Lanzhou, encontró interesantes referencias a avistamientos aéreos anómalos en los textos chinos clásicos.
Uno de ellos hace referencia a un día de Enero del año 2 (314 de nuestra era) en que bajo el reinado del emperador Jianxing, el Sol se precipitó a tierra y otros tres soles surgieron juntos por encima del horizonte. Otro día el Sol descendió rápidamente hacia el suelo y otros tres soles volaron, uno junto a otro, después de haberse elevado al Oeste, dirigiéndose hacia el Este.
Uno de ellos hace referencia a un día de Enero del año 2 (314 de nuestra era) en que bajo el reinado del emperador Jianxing, el Sol se precipitó a tierra y otros tres soles surgieron juntos por encima del horizonte. Otro día el Sol descendió rápidamente hacia el suelo y otros tres soles volaron, uno junto a otro, después de haberse elevado al Oeste, dirigiéndose hacia el Este.
- 317 d.C.
Enero. En otro texto reencontrado por el Profesor Yang, se relata el siguiente incidente:
"En el año 5 del reinado del emperador Jianxing, en el mes de Enero, tres soles brillaron simultáneamente en el cielo teñido de tonos multicolores. Los soles estaban rodeados de una aureola y suspendidos a diez metros por encima del suelo. En el centro de los soles se distinguía una coloración verdosa".
"En el año 5 del reinado del emperador Jianxing, en el mes de Enero, tres soles brillaron simultáneamente en el cielo teñido de tonos multicolores. Los soles estaban rodeados de una aureola y suspendidos a diez metros por encima del suelo. En el centro de los soles se distinguía una coloración verdosa".
- 384 d.C.
En tiempos de Teodosio el Grande, último emperador del gran Imperio Romano, según informa Lycosthenes, fue vista en el cielo una señal terrible: un objeto en forma de columna.
- 393 d.C.
Nuevamente Lycosthenes informa de un nuevo avistamiento. Ocurrió en tiempos del emperador Flavio Teodosio cuando fue visto aparecer bruscamente un globo que brillaba intensamente. Poco a poco un gran número de nuevos globos luminosos se aproximaron al primero, siendo la luz de estas esferas tan intensa que parecía que chocasen violentamente unas con otras. Después, todos esos globos se fundieron en una sola llama y enfrente de éste apareció algo parecido a una espada, cuyo puño era el primer globo avistado.
Todos los otros globos que se habían reunido brillaban tan intensamente como el primero. La "espada" ardió durante cuarenta días y luego desapareció.
Todos los otros globos que se habían reunido brillaban tan intensamente como el primero. La "espada" ardió durante cuarenta días y luego desapareció.
- 394 d.C.
Una extraña aparición se produjo en Antioquía (Turquía). Según los testigos, una especie de enorme mujer se desplazaba por el cielo, sobre las ruinas de la ciudad, emitiendo un ruido ensordecedor.
- 398 d.C.
Un objeto parecido a una "bola de fuego", acompañado de una especie de "espada", brilló intensamente por encima de la ciudad de Bizancio (Constantinopla) pareciendo arrasar el suelo.
Nadie recordaba haber visto nada similar nunca...
Nadie recordaba haber visto nada similar nunca...
© Carballal,1991
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