La picaresca esotérica asomaba, una vez más, a los titulares españoles. Una vidente viguesa de 23 años, Fátima M. B., era denunciada por la familia de Julia F. V., una disminuida psíquica a quien la “meiga” habría estafado, presuntamente, 2.300.000 pesetas.
Según la denuncia cursada por M. Dolores F. V., hermana de la víctima, Julia, habría contactado con la bruja el pasado marzo a través de un anuncio insertado por la vidente en la prensa local. La pitonisa diagnosticó a la incauta un “mal de ojo” para cuya protección la consultante debería someterse a complejos y costosos tratamientos mágicos de “limpieza astral”. A partir de aquella primera consulta siguieron otras, en cada una de las cuales Julia debía desembolsar sumas que oscilaban entre las 20.000 pts y varios cientos de miles, hasta el extremo de llegar a solicitar un crédito bancario para poder costear los honorarios de la pitonisa.
Ante la negativa del banco a sufragar estas consultas esotéricas, pero azuzada por el temor al “mal de ojo” que se cernía sobre ella, Julia decidió pedir dinero a su familia, que durante algunas semanas atendió las minutas de la “meiga”. Pero cuando las sumas entregadas a la vidente superaban los dos millones trescientas mil pesetas, M. Dolores decidió interponer una denuncia contra la bruja, en la Comisaría de la Policía Nacional de Vigo, procediéndose inmediatamente a la detención de Fatima M. B., con quien inmediatamente MM se puso en contacto. La vidente ha decidido no hacer declaraciones por temor, según ella, a que sus palabras puedan perjudicarla en el juicio por estafa a que deberá enfrentarse en los próximos meses.
Y es que el terror al “mal de ojo” y otros “chantajes esotéricos” suponen una excelente forma de presión psicológica para mentes sugestionables y supersticiosas, hasta extremos increíbles.
Pocos días antes de que Fátima M. B. fuese detenida por la policía viguesa, otro supuesto brujo era puesto a disposición judicial en Madrid. Pero su caso presenta tintes todavía más dramáticos.
El nigeriano Festus E., de 36 años, lideraba una organización de trata de blancas conocida como “la banda del vudú”. Esta siniestra mafia reclutaba jóvenes en Nigeria, que eran trasladadas hasta nuestro país utilizando la ruta Lagos-Frankfurd-Madrid, atraídas por falsas ofertas de trabajo. Una vez en la capital eran confinadas en varios pisos que la banda poseía en Leganés y Aluche donde, tras retirarles la documentación, eran sometidas a un ritual de brujería africana, durante el cual les era rapado el vello púbico. Ese vello púbico, así como objetos personales de las jóvenes nigerianas, era utilizado por los proxenetas para amenazar a las muchachas con terribles maleficios vudú, y rituales de si se negaban a prostituirse o denunciaban a la policía las actividades de la banda.
Esta amenaza, que podría parecer infantil a los pragmáticos europeos, pero que resulta terrible en la cultura animista africana, fue suficiente para que hasta 40 nigerianas se viesen obligadas a ejercer la prostitución en la Casa de Campo, la calle Capitán Haya, y varios clubs de carretera de Madrid.
Cuando agentes del Grupo III de la Brigada de Extranjería y Documentación procedieron al registros de los pisos utilizados por la “Banda del Vudú”, descubrieron numerosos fetiches y elementos de brujería africana, y hasta tres bolsas de vello púbico… Según fuentes policiales consultadas por EOC, aunque han sido detenidos los lugartenientes que se encontraban en España, los cerebros de la banda continúan en Nigeria, desde donde exportan prostitutas bajo la amenaza de la brujería, a otros países europeos.
Adriana, por ejemplo, es una joven de 21 años, que ejerce la prostitución en un conocido club coruñés. Ganadora de un certamen de miss turismo en su Colombia natal, llegó a España de manos de una red de prostitución de lujo. Tras pasar por un dramático periplo en locales de toda España, acudió a una vidente en busca de una ayuda “mágica” para cambiar su fortuna. La vidente, sabedora de la situación ilegal de la joven, le estafó hasta 400.000 pesetas, facilitándole amuletos y talismanes de supuestos poderes sobrenaturales, que oscilaban entre las 12.000 y 20.000 pesetas, así como velas “magicas”, consultas de tarot o rituales de hasta 160.000 pts. Los supuestos amuletos, que Adriana ha facilitado a MM para su análisis, están compuestos por vulgares fotocopias (de libros de magia o La Biblia), y ramitas de supuestas hierbas sobrenaturales, cuyo valor real no supera los veinte duros. Pero Adriana no se atreve a poner su caso en conocimiento de las autoridades debido a su situación ilegal en España, y al terror a posibles represalias esotéricas de la bruja, quien aprovecha esta situación para estafar a las prostitutas.
Ese temor a denunciar las estafas parapsicológica es una constante detectada en un estudio sobre los fraudes paranormales realizado por EL OJO CRITICO (única publicación editada en España sobre los engaños esotéricos) y recogido por la revista oficial de la Policía Nacional, en su número 119.
El estudio de EOC consistió en publicar en diferentes revistas y programas de radio un anuncio solicitando las denuncias de los ciudadanos que considerasen haber sido estafados por videntes. Para su sorpresa, la inmensa mayoría de las víctimas de estos falsarios temían poner su denuncia en conocimiento de la policía. En primer lugar por temor al ridículo, en segundo lugar porque las familias de los estafados -mayormente mujeres- desconocen el golpe a la economía familiar que ha supuesto la consulta compulsiva a brujos del estafado, y en tercer lugar por el pánico de estos consultantes, hipersugestionables y supersticiosos, a que el brujo se vengue de la denuncia con un maleficio…
Otros datos interesante arrojados por este estudio se refieren al motivo de las consultas. Un 27% de los casos recogidos se deben a una consulta a videntes a causa de problemas laborales. El 73% restante se reparte por igual entre consultas por motivos de salud y por problemas sentimentales.
En cuanto a los tipos de estafas más habituales, más de un 60% de las denuncias reportadas se refieren al llamado “timo del trabajito”. Este engaño consiste en diagnosticar al consultante que todos sus problemas se deben a un “mal de ojo” que algún amigo, familiar o compañero ha realizado contra él. La única forma de paliar ese maleficio, según el brujo, es a través de un “trabajito” de magia que neutralice sus terribles efectos. El precio de esos “trabajitos” puede oscilar entre las 20.000 pts y varios millones de pesetas.
Otros timos frecuentes son “la limpia del dinero” o los “videntes nómadas”. Este último sistema ha sido desarrollado tanto por estafadores independientes como por auténticas bandas organizadas, como la desmantelada por la Policía Nacional de Barcelona, quien detuvo a un grupo de emigrantes sudamericanos que se establecían en una ciudad cualquiera, insertando diferentes anuncios como tarotistas, quiromantes, astrólogos, etc, en la prensa local. Abrían sus consultas en pisos de alquiler u hoteles, y cada vez que un cliente llegaba a una de esas consultas, y tras cobrarle todo lo posible, remitían el caso -por ser muy grave- a un colega más capacitado que utilizaría otra técnica mágica, por ejemplo la astrología.
El astrólogo era otro miembro de la banda, que tras cobrar a precio de oro la carta astral, remitía el caso a un compinche cartomante, y así hasta que el cliente, aterrorizado porque todos los videntes reforzaban su temor diciéndole lo mismo sobre el terrible más que le acechaba, se había desembolsado hasta la última peseta. Después la banda viajaba a otra ciudad y repetía la operación con nuevas victimas.
Otros “videntes nómadas”, sin embargo, trabajaban solos. El caso de Antonia Vázquez y el “Papa Mustaphá” es sumamente gráfico. Antonia, propietaria de un restaurante que pasaba por una mala racha económica, acudió al brujo africano Mustapha, quien le garantizó solucionar su problema en el transcurso de 15 días o le devolvía el dinero. El brujo reforzaba la convicción de sus clientes asegurando que solo cobraba la mitad de sus honorarios por adelantado, y la otra mitad cuando el cliente hubiese comprobado que su hechizo había resultado totalmente efectivo. ¿Cómo desconfiar ante tantas garantías?
“Papa Mustaphá” afirmaba que el complejo ritual de brujería implicaba costosas hierbas mágicas que debían enviarle desde Angola, así como el sacrificio de animales, inciensos, talismanes y muchas horas de trabajo. En suma, todo el proceso mágico ascendería a 700.000 pts aunque, eso sí, el vidente garantizaba que en dos semanas los ingresos de Antonia y su restaurante superarían varios millones de pesetas. Si esto no se cumplía, la cliente no abonaría al brujo la mitad del dinero, y además este se comprometía a devolverle las 350.000 pts adelantadas. Pero cuando, dos semanas después, Antonia regresó a la consulta del brujo -una habitación de alquiler- para reclamar que su restaurante seguía dando perdidas, el vidente se había esfumado con sus 350.000 pts… y con cantidades similares estafadas a docenas de clientes. Y ya se había establecido en otra ciudad española donde realizaba timos similares. MM ha seguido el rastro de este vidente por diferentes ciudades tanto de España como de Portugal, dejando un rastro de estafas similares.
La picaresca mágica
La imaginación de los estafadores no conoce limites. Uno de los timos más creativos es el consistente en “la limpia del dinero”. En este caso el brujo consigue convencer al incauto cliente de que todos los problemas que sufre se deben a un maleficio que pesa sobre sus bienes materiales, los cuales deben ser sometidos a un ritual de “limpieza astral”. Para ello pide al consultante que saque del banco todo el dinero que posea y lo envuelva, junto con joyas o cualquier otro objeto de valor, en un paquete. Ese paquete es tratado por el vidente con inciensos, ungüentos mágicos, pases magnéticos, etc. Una vez concluido el ritual, el brujo sentencia que el paquete deberá reposar durante unas horas o días, mientras se carga de energía “astral” positiva.
Pasado ese plazo el brujo regresará a la casa del consultante para desprecintar juntos el envoltorio y, caso de que el cliente esté satisfecho, obsequie a la pitonisa con “la voluntad”. Pero como las horas pasan y no hay rastro del adivino, el incauto decide abrir el paquete descubriendo que, donde antes había billetes, ahora solo hay recortes de periódico. Este timo ha sido denunciado ya en varias poblaciones de Galicia, Cataluña y Castilla, fundamentalmente en zonas rurales, donde el brujo localiza con facilidad familias con problemas, a los que presentar sus “altruistas” servicios… Los más hábiles deciden reforzar la fe irracional de sus víctimas utilizando sencillos pero espectaculares trucos de ilusionismo.
No es extraño que los ilusionistas sean los grandes detractores de los videntes, al desenmascarar los trucos que muchos de ellos utilizan haciéndolos pasar por supuestos poderes telepáticos, fakiristas o telequinéticos. En la actualidad otros gurús esotéricos, como José González, efectúan trucos de ilusionismo ante los anonadados ojos de sus seguidores, que creen ver en sus falsos poderes paranormales, una prueba de sus capacidades sobrenaturales.
Resulta imposible calcular el dinero que anualmente mueven los videntes en España. Sobre todo porque la inmensa mayoría carece de licencia fiscal para ejercer su profesión, y no declarando a Hacienda sus ingresos.
Por otro lado existe también un amplísima variedad de precios y servicios. Mientras los videntes asociados en una insólita federación de adivinos de El Retiro, presidida por el pintoresco Tristan Braker, cobran entre 1000 y 5000 pts; los videntes de la “jet-set” pueden valorar sus consultas en 15.000, 20.000 o más. Personajes como Aramis Fuster, Rapphel u Octavio, a veces, pueden permitirse honorarios millonarios, al contar entre sus clientes con políticos, industriales, famosos, etc. Y todo ello a pesar de que algunos, como Octavio Aceves, acaba de perder un juicio -precisamente con quien esto escribe- a causa de sus fallidas profecías en el caso del secuestro de Anabel Segura. La ilustrísima S. Magistrada Juez del Juzgado de Primera Instancia nº 55 de Madrid, Dª M. del Mar Cabrejas ha considerado que el derecho periodístico a informar sobre los fallos premonitorios de Aceves, está por encima de su derecho a la imagen, aunque ello afecte a su credibilidad como adivino.
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