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¿QUIÉN FUÉ CARLOS CASTANEDA?

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MÉXICO: EL REGRESO DEL GUERRERO


Comenzando el siglo XXI México presencia un resurgir del movimiento mexica –la cultura y espiritualidad azteca- como nunca antes en su historia. Hemos recorrido el país centroamericano para recoger las distintas manifestaciones de este creciente fenómenos social, cultural y esotérico.



Si algún turista hubiese permanecido a aquellas horas en las ruinas arqueológicas de Teotihuacan, creería haber viajado en el tiempo hasta los días de esplendor azteca. Una extraña comitiva compuesta por mexicanos y europeos cruzaba la “Calzada de los Muertos” en fila india, ajenos a todo lo que pasaba a su alrededor. Ni siquiera la presencia de la actriz Salma Hayek, que en esos mismos instantes se encontraba con su equipo de rodaje en la pirámide del Sol, grabando una escena de su próxima película en las ruinas prehispánicas, alteró en un ápice nuestra concentración. 

Todos los componente de aquella extraña peregrinación teníamos nuestra mente entregada al ritual que teníamos el privilegio de presenciar. Una ceremonia de culto al fuego –que en ese momento simbolizaba el dios Sol- y que durante siglos se celebro en aquellas pirámides aztecas, hasta que los conquistadores españoles arrasaron México.

Convencer al Chamán Ricardo Cervantes, para que unos infieles europeos (y peor aún, españoles) asistiesen a aquel ritual había sido difícil. Y mas difícil aun resultó que el ritual, como ocurría hace cinco siglos, se celebrase en el interior de los sagrados templos aztecas, hoy convertidos en enclaves arqueológicos cuyo acceso esta restringido. Pero los dioses estaban de nuestra parte. Y tras vencer las reticencias del chamán, y tras burlar a los vigilantes de las ruinas, demasiado concentrados en las voluptuosas formas de la Hiyek, habíamos conseguido vivir, desde dentro, un ritual milenario.

Ahora avanzábamos hacia la pirámide de Quethalcoalth (la Serpiente Emplumada) dejando apenas un metro entre cada uno de los participantes. Caminabamos en zin zag, haciendo un quiebro cada 7 metros, lo que hacía que nuestra ruta hasta la pirámide azteca sea serpenteante. Cada 104 pasos el primero de la fila pasa el sahumador con el fuego sagrado, y a continuación se coloca al final de la misma; realmente nuestra apariencia, vistos desde lejos, debía recordar a una larga serpiente zinzagueante con un fuego en su boca.... es decir, Quethalcoalth, serpenteando hacia su pirámide en el centro de Teotihuacan. 

Dos horas antes, el ritual chamánico había comenzado a varios metros bajo tierra, en las entrañas de uno de los antiguos templos aztecas, ahora cerrado incluso al paso de turistas. Templos como ese, que hace siglos fueron testigo de todo tipo de rituales y celebraciones mágicas y religiosas, son vistos tan solo como enclaves arqueológicos para el profano. Porque, protegidos por las sombras de la noche, y al margen de las autoridades arqueológicas, y por supuesto eclesiásticas, en pleno año 2001 esas paredes, sagradas para los aztecas de antaño, han vuelto a acoger antiquísimas prácticas espirituales prehispánicas. Los viejos dioses, y sus guerreros méxicas, han regresado...

LA RESURRECCIÓN DE LOS DIOSES

En su peregrinaje, desde la selva de Chiapas, hasta la Capital Federal, el sub-comandante Marcos y su cohorte de indígenas mexicanos, atravesaron bosques, ríos y caminos, plagados de restos arqueológicos. Según apuntaron varios periodistas locales, los chamanes que acompañaban a los indígenas de Chiapas en su viaje hasta D.F., acamparon en varios templos y emplazamientos arqueológicos mayas y aztecas, para realizar rituales mágicos que favoreciesen la peregrinación del ultimo rebelde, y su lucha por los derechos de los nativos. No consta que el Sub-Comandante haya participado personalmente en esos rituales prehispánicos, sin embargo, tanto a un lado como al otro de la frontera méxico-guatemalteca, pudimos recoger numerosos testimonios sobre la celebración de dichos rituales mayas y aztecas en antiguos templos como los de Tikal (Guatemala), Palenque (Chiapas), etc.

Y es que en los últimos años, un extraño resurgir de la cultura mexica –y de sus creencias religiosas- ha comenzado a fluir por todo México. Por un lado, intelectuales de alta formación académica y exacerbado nacionalismo, postulan la necesitad de reivindicar el pasado azteca y maya de México, y su cultura tradicional precolombina. Por otro, los humildes campesinos indígenas, han desentumecido de su memoria las leyendas, costumbres y folclore que aprendieron de sus mayores, reactivando una forma de ver la vida que existía en aquellas tierras, siglos antes de la llegada del hombre blanco.

La producción bibliográfica sobre la historia y prehistoria del México prehispánico se han multiplicado; en todo el país existen academias de nahualt (la lengua nativa de los primeros habitantes de México); cursillos y seminarios instruyen a los jóvenes en los bailes rituales mexicas y en su folclore primitivo... algo esta ocurriendo en México. 

Un ejemplo excelente lo encontramos en pleno centro del Distrito Federal. En la plaza del Zócalo, entre la catedral de México y las ruinas arqueológicas del primitivo Tenochtitlan los turistas y curiosos pueden asistir, casi a diario, a unas espectaculares demostraciones de danzas rituales mexicas. Con sus vistosos tocados de plumas, y sus ropas multicolor, los concheiros realizan los mismos bailes que Hernán Cortés pudo contemplar en la corte Moztezuma, antes de recompensar su hospitalidad con la espada... Pero además, algunos de esos guerreros mexicas, que adornan con sus espectaculares plumajes la danzas tradicionales, existen otros que utilizan antiguos oráculos para adivinar el futuro a quienes deciden acudir a sus poderes chamánicos. Y no solo eso. Cuando las conchas y los tambores dejan de sonar, y concluyen las danzas, algunos ideólogos del resurgir mexica aprovechan la concentración de publico para iniciar una activa campaña de concienciación popular. Una especie de mitin político, a medio camino entre la reivindicación de las culturas nativas y la exhortación a una rebelión intelectual contra la imposición religiosa, lingüística y social, que los españoles implantaron en Teonoctitlan hace 500 años.

Allí nos encontramos con “El Comadreja”, uno de los mayores defensores del resurgir de la cultura mexica en el país azteca. Tras despojarse de los penachos de plumas y las conchas utilizadas durante la demostración de danzas rituales, comienza su perorata. Habla con voz enérgica y férrea convicción. Casi con rabia. Y su voz, que resuena con fuerza en la plaza del Zócalo, atrae a cada vez más caminantes, que terminan por congregarse a su alrededor, hasta superar el centenar.

“El Comadreja” no hace concesiones:

“Dicen que son la madre patria, que nos descubrieron... ¿Acaso estábamos perdidos antes de que llegaran?. Dicen que nos dieron la cultura, que nos enseñaron la lengua de Cervantes.... ¿Y quien se la pidió? ¿Acaso nosotros no sabíamos hablar?. Dicen que nos civilizaron, que nos trajeron la palabra de Dios... pero en su nombre violaban a nuestras mujeres, asesinaban a nuestros hijos, quemaban nuestras casas y templos...”. 

Escuchando a “El Comadreza” uno llega a sentir cierto pudor de ser español. Y no le falta razón al viejo guerrero mexica. Como él, miles de nacionalistas mexicanos intentan relanzar, en todo el país, la cultura tradicional mexica. Y con ella la espiritualidad, las creencias, los rituales y la antigua religión prehispánica. 

Paradójicamente, en plena era de la informática, los viajes espaciales e internet, los antiguos dioses Quetzalcoalth, Huitlilopotli, Mictlantecuhtli,etc, parecen estar más vivos que nunca, desde hace cinco siglos...

LOS ANTIGUOS DIOSES RESUCITAN... MESTIZADOS

El 13 de agosto de 1521, tras 80 días de sitio, Hernán Cortés toma la ciudad de México-Tenochtitlan, y captura, tortura y ejecuta al joven rey azteca Cuauthtemoc, comenzando el principio del fin para la religión mexica. A partir de ese día, miles de templos, altares e imágenes religiosas aztecas son destruidas o robadas como botín de guerra. En su lugar se imponían cruces, imágenes de la Virgen, y Sagradas Formas. Pero las espadas, armaduras y caballos de los conquistadores no consiguieron eliminar totalmente a los antiguos dioses, y desde las profundidades de los lagos, desde las entrañas de las montañas, y desde el fondo de las más frondosas selvas, esos viejos dioses han comenzado a resucitar en el siglo XXI. 

Sin embargo, los antiguos dioses del panteón mexica no han podido evitar un fenómeno que infecta, como un virus, a todos los movimientos religiosos ancestrales que, durante los últimos años se están recuperando en diferentes partes del mundo. Nos referimos al mestizaje teológico: el sincretismo.

En el espectacular mercado de Sonora, en plena capital mexicana, nos encontramos el mejor ejemplo. Miles de personas acuden a este singular mercado cada día, en busca de un remedio mágico, de ayuda espiritual, o de consejo esotérico. En sus puestos de venta podemos reconocer ídolos e imágenes de esquelético Mictlanteculhtli, del emplumado Quetzalcoalt, del vital Tlaloc, pero a su lado encontramos collares de santero afrocubano, inciensos hinduistas, tablillas de I Ching chino, fetiches de vudú haitiano, efigies del Gautama budista, y por supuesto, réplicas de la tilma teñida por la Santísima Virgen de Guadalupe. En sus plazas, como en docenas de plazas de México, encontramos echadoras de cartas, lectoras de manos y escrutadoras del porvenir de todo tipo. Y en torno a ese brutal sincretismo, que solo puede contemplarse en el mercado de Sonora , en los últimos cinco años ha aparecido un nuevo concepto que empapa todos los anteriores: los ovnis.

En la calle Reforma de Distrito Federal, en una de las plantas más altas del Edificio de la Prensa, nos entrevistamos con uno de los máximos responsables de que el fenómeno OVNI haya entrado por la puerta grande de la mitología teológica mexica del siglo XXI: Jaime Maussan. 

Sin ninguna duda Maussan, uno de los rostros mas famosos de la televisión en Sudamérica, ha conseguido que términos como Roswell, Area 51, abducción o alien sean totalmente familiares para millones de televidentes latinoamericanos. Muchos de ellos forman parte de ese creciente movimiento mexica. Y gracias a las informaciones de este infatigable divulgador han comenzado a plantearse que los antiguos dioses aztecas; sus enigmáticos conocimientos científicos, y el origen de toda su civilización -al igual que ocurre con los mayas o los incas- podría estar relacionada con las visitas de esos extraterrestres de los que habla Maussan, en el pasado remoto de América.

“¿Y por que no? –replica Maussan en su despacho.- La losa funeraria del rey Pacal en Palenque realmente puede recordar a una nave espacial; las crónicas aztecas describen extraños prodigios en los cielos; la verdadera identidad de Quetzalcoalth o Huitzilopotli son un misterio... ¿Por qué no pensar que quizás no estamos solos en el universo y que nunca lo hemos estado?”. 

Muchos seguidores de esta corriente mexica comparten la opinión de Maussan, sometiendo la antigua teología azteca a una nueva mutación, y dando un cariz mucho más real a los viejos dioses, que han dejado de ser considerados una entelequia filosófica, para tomar carácter de auténticos seres vivos y reales. Astronautas extraterrestres que en un pasado remoto arribaron a los lagos del valle de México, para fundar una civilización tan cruel como esplendorosa.

Naturalmente no todos los movimientos de resurgimiento mexica comparten la idea del origen extraterrestre para sus dioses... y sus diosas. Y tal vez sea la corriente femenina de la nueva cultura mexica la que afianza más en la tierra que en el espacio, el origen de su cultura. 




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