Casi todos los "dioses" de la antigüedad, sin excepción, prometieron a sus fieles regresar algún día a la Tierra. La espera por su ansiado retorno se ha prolongado durante siglos y nunca parece que hayan dado señales inequívocas de ese segundo retorno. Sus promesas incumplidas, sus profecías y hasta las razones que les impulsaron a abandonarnos hace cientos de años son algunas de las cuestiones que se desglosan en este artículo.
Todavía hoy son centenares los pueblos, tribus, etnias y culturas de todo el mundo que esperan ansiosamente el retorno de sus respectivos dioses. De hecho, el "mito del retorno" se halla presente en la práctica totalidad de los diferentes credos en la historia de las religiones. Como un elemento reiterativo, los antropólogos e investigadores se han topado con frecuencia con mitos y leyendas coincidentes en los más dispares cultos, que hacían alusión a un "inminente" retorno de los dioses inspiradores de conocimiento. Y ese mito no está asentado únicamente en las creencias de primitivos grupos étnicos, o en culturas remotas ya desaparecidas. Recordemos que los judíos aún esperan a su mesías, los musulmanes a su profeta, los hinduistas una nueva encarnación de Brhama y los cristianos la inmediata segunda venida de Jesucristo.
Probablemente, y al margen de otras, este fenómeno tiene casi una lectura psicoanalítica. Es como si el hombre se revelase ante la triste orfandad que produce el que los dioses venidos del cielo o de lugares fantásticos retornen a su morada dejando al humano solo ante las adversidades de su destino.
Por un instinto natural, y por esa necesidad de tutela por un ser superior que caracteriza al hombre, y de la que ya Sigmund Freud habló en su día, los pueblos de todo el mundo se niegan a aceptar un "adiós" de sus dioses, sustituyéndolo por un "hasta pronto". Y así, de generación en generación, transmitirán la promesa de los dioses compartiendo la esperanza de una nueva venida, y sintiéndose aún, en definitiva, vinculados a la divinidad que un día les cedió el conocimiento antes de retornar a los cielos.
Es como si el "mito del retorno" supusiese un anhelo desesperado de mantener el vínculo con los dioses, ya que de no existir la esperanza en el retorno, éste se habría roto definitivamente.
RUEGOS A LOS DIOSES
Las peticiones y ruegos a los dioses implorando su retorno llegan, a veces, incluso a rayar lo "tragicómico" en algunas culturas. Quizás uno de los ejemplos más elocuentes es el recogido por Erich von Dániken en su obra ¿En qué me he equivocado?"(Plaza y Janés 1986). En ella, Dániken recoge el caso del dios Chiricavai. Chiricavai es la deidad tutora de la tribu india Pemón, asentada en la gran sabana venezolana. De hecho, fue la etnóloga venezolana L. Barceló quien recogería este anecdótico episodio durante sus investigaciones en las leyendas de los pemón. Durante sus investigaciones, Barceló descubrió que entre los indios persistía el mito del retorno del dios Chiricavai, quien tras una estancia en la Tierra habría regresado a su hogar en las estrellas, no sin antes prometer regresar algún día.
La señora Barceló descubrió también, durante sus investigaciones, dibujos rupestres recientes de los indios pemón. Lo que vio le sorprendió bastante: en el área celestial de su dios Chiricavai, los indios habían dibujado un objeto extraño que no existía en las pinturas rupestres primitivas. La etnóloga interrogó sobre ello al sacerdote de los pemón, y éste respondió con toda naturalidad:
—¡Esos son los rusos!
Según relata Dániken, cierto miembro de la tribu había oído hablar a los blancos sobre el "vehículo celeste" (un satélite artificial) que los rusos habían disparado al espacio cósmico. La noticia se difundió. Los pemón estuvieron convencidos de que podrían hacer llegar noticias suyas "por conducto de los rusos"a su antiguo dios Chiricavai. Dicho y hecho. Tres escribientes de la tribu redactaron una carta para los rusos y se la confiaron a un misionero para que le diese curso. Más tarde se hizo imprimir esa misiva en una octavilla misionera, y tal vez sea éste el documento más curioso del comportamiento de los pueblos primitivos ante la técnica.
La carta dice así:
"Muy estimados rusos: ¿Querrán hacerme el favor de llevar esta carta a mí cuñado, que se fue hace varios años a una de esas estrellas cerca de la Luna?
Querido cuñado Chiricavai: Te envío esta carta por medio de los rusos para darte noticias sobre tus parientes y decirte que nos va muy mal y sufrimos mucho desde tu partida. Antes, los indios no moríamos y éramos numerosos, pero hoy somos pocos, pues los Kanamais (los blancos) nos matan. Mándanos dos o tres carabinas buenas, no como las que vienen de Brasil, sino las de Uaranapí, que hacen temblar la tierra. Así acabaremos con los Kanamais y cazaremos muchos pájaros y piezas grandes. ¿Como te va allá arriba? Aquí tenemos muchos resfriados, mucha diarrea, muchas picaduras de mosquitos que no nos dejan dormir.
Querido cuñado, nosotros soportamos muchas calamidades porque nadie se ocupa de nuestras familias. Damos gracias a los misioneros porque, según nos dicen, después de esta vida hay otra mejor que tendremos si somos buenos. Aparte de eso no sé lo que será de nosotros. ¿Lleváis ropa allá arriba o vais todavía en taparrabos? Envíanos una pieza de paño rojo.
Me gustaría también saber cómo has llegado a esa estrella. pues por mucho que pienso no doy con ello. ¿Has volado quizás sobre un buitre? Hoy nos han asegurado los rusos que podrán volar pronto allí. Lo mejor será que bajes tú y nos cuentes cómo has llegado hasta allí para que no sigamos rompiéndonos la cabeza.
Por si no entiendes esta carta escrita en español, te envío algunas palabras en idioma indio: Chiricavai achike non pona adombaton piak! Chiricavai, ven abajo, a la tierra, a casa, con tus parientes. Eso es todo."
Ciertamente el ejemplo de los pemon es muy gráfico. Su dios que había prometido volver: siempre estuvo presente en sus cultos. aunque desde su lejana morada en las estrellas. Y la posibilidad de comunicación con él siempre fue una esperanza sostenida hasta el momento de poder materializarse a través de los cosmonautas rusos... Tampoco habría de extrañarnos si los rusos hubieran sido tomados, por los indios pemón como los dioses que regresaban de las estrellas. No sería la primera vez que los hombres blancos fuesen considerados como los dioses que habían prometido regresar.
Hoy en día todavía se cuentan por centenares los pueblos de la Tierra que esperan con ansia el regreso de sus dioses.
Todas las religiones ancestrales del planeta, tengan a Jesucristo a la cabeza, o a dioses casi olvidados corno Oannes, recogen entre sus más marcadas ansias la promesa del retorno de sus Dioses. La religión cristiana también recoge el mito del "esperado retorno". Jesús prometió volver en gloria y majestad, y se recoge así en el bíblico libro del Apocalipsis.
¿Supone el fenómeno OVNI un regreso tímido de esas divinidades?
© Carballal,1991
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