- 60.000.000 a.C.
Según la polémica colección de piedras del Dr. Javier Cabrera, recopiladas en los loa (Perú), existió una civilización "gliptolítica" contemporánea de los grandes saurios, capaz de desplazarse en naves aéreas. Un cataclismo de repercusión mundial terminó con esta civilización a la par que con los saurios, evacuando algunos supervivientes a algún planeta en las Pléyades por medio de grandes naves espaciales.
- 10.000 a.C.
Narran las leyendas de la tribu Ham, en la frontera entre el Tíbet y China, que misteriosos "barcos voladores" trajeron del cielo a la enigmática raza de los Dropa. Según algunos autores como Eugenio Dayans (Platillos Volantes en la Antigüedad), se han encontrado restos de tumbas de esos Dropa que aparecían como seres de pequeña estructura y grandes cráneos.
- 2.345 a.C.
Durante este año sube al trono el emperador Yao (Dinastía Chau). Los manuscritos Chaung-Tzu (Cap. 2); Liu-ShiChun Chiu (XII parte, cap. 5) o Huainan-Tzu (Cap. 8), relatan varios incidentes insólitos protagonizados por Yao. En el año 42 de su reinado, por ejemplo, una extraña "estrella" descendió al cráter de un volcán. Años más tarde Yao podría visitar el interior de un extraño artefacto que la leyenda denomina "vehículo de los tiempos antiguos". En el año 70 del gobierno de Yao aquella "estrella" volvió a emerger del cráter.
En ese período hubo numerosos incidentes aéreos insólitos, como el día en que "diez soles aparecieron en el cielo". El emperador Shun, sucesor de Yao, también protagonizó insólitos episodios. En el año 14 de su gobierno una extraña "nube" fue vista y Shun ordenó a su ministro Yü que investigara el suceso.
Algún tiempo después un temporal azotó la región, y según los textos:
"De inmediato amainó el temporal y aparecieron nubes de la suerte. Eran como nubes pero no eran nubes, se entrecruzaban con fulgores y giraban todas como discos o como espirales... Cuando había llegado a su término el magnífico espectáculo, las nubes recogieron sus colas, se enrollaron y desaparecieron. Luego volaron los ocho vientos y las nubes desaparecieron. Los llameantes dragones salieron de sus guaridas... Pero Shun erigió una plataforma junto al río Ho, como hiciera Yao en tiempos pasados. Cuando declinaba el día apareció una luz brillante. Se presentó un dragón amarillo y se posó en la plataforma..."
- 2.300 a.C.
En su Libro de los antiguos astronautas, Bergier y Gallet recogen la referencia de la obra japonesa Sei-To-Ki, la leyenda del "hombre divino" que descendió del cielo en Corea del Norte y reinó sobre el pueblo.
- 2.000 a.C.
El capítulo 10 de la obra china Ciencia Natural relata que "bajo el reinado de Xia Ji se vieron dos soles en la ribera del río Feichang, uno ascendiendo en el Este y otro descendiendo en el Oeste, que rugían como el trueno".
Ese mismo año, en la isla de Kyu Shu, un túmulo Chip-San muestra la inscripción de un rey alzando las manos al cielo, en Japón, para acoger a siete discos solares.
- 1.500 a.C.
En Egipto "ruedas o discos de fuego" son vistos planeando sobre el palacio del faraón Thutmosis III.
- 1.478 a.C.
Entre los documentos dejados por el profesor Tullí en el Museo del Vaticano, Boris Rachewiltz recogió una información procedente de los Anales Reales de la época de Thutmosis III en la que se relatan varios episodios anómalos durante este año:
"A la sexta hora del día del tercer mes de invierno los escribas de la Casa de la Vida notaron la llegada de un círculo de fuego venido del cielo..." ¡Oh!, son numerosos. Brillan más que el sol en los cuatro puntos cardinales. Los círculos de fuego ocupaban una fuerte posición y el ejército del rey pudo verlos estando Su Majestad en medio de ellos. Esto tuvo lugar después de comer. Allí encima los discos de fuego se elevaron en dirección al sol...".
- 1.361 a.C.
En su obra Os OVNI no Pasado Remoto, Bernardino Sánchez Bueno recoge el canto IV de Akhenatón (soberano del nuevo Imperio Egipcio) a su dios Atón, en el que puede leerse:
"Y así sucedió que, estando el faraón en la caza del león, en pleno día, sus ojos avistaron un 'disco refulgente' posado sobre una roca, y éste latía como el corazón del faraón, y su brillo era como el oro y la púrpura. El faraón se postró de rodillas ante el disco".
En su III Himno, el joven monarca continúa narrando:
"¡Oh!, disco solar que con tu brillo refulgente palpitas como un corazón y mi voluntad parece tuya. ¡0h!, disco de fuego que me alumbras y tu brillo y tu sabiduría son superiores al sol".
- 1.027 a.C.
En el año 24 de Chao Wang, de la dinastía de los Cheu que va desde 1027 a 221 a.C., se produjo el siguiente fenómeno:
"El día 8 de la 4ª luna apareció una luz por el lado del sudeste que iluminó el palacio del rey. El monarca, sorprendido por tal resplandor, interrogó a los sabios. Ellos le mostraron libros en los que se indicaba que este prodigio significaba la aparición del gran Sabio de Occidente, cuya religión había de introducirse en el país de ellos...".
- 721 a.C.
Rómulo, fundador en el 754 de Roma, desaparece en extrañas circunstancias tras una insólita tempestad precedida de un eclipse de sol. Según la leyenda, el emperador de Roma había sido arrebatado a los cielos por los dioses en una carroza voladora.
- 708 a.C.
Referenciado por sacerdotes romanos fue visto caer del cielo un "escudo de bronce" durante el reinado de Numa Pompilio. Así lo recoge Raymond Drake en su Dioses y Astronautas en la Grecia y Roma Antiguas.
- 508 a.C.
En Bolsena (Italia antigua), según relato de Plinio el Viejo, "escudos ardientes volando sobre la ciudad asolaron con rayos caloríficos la misma, dejándola en llamas".
- 503 a.C.
Al filo de la medianoche, en Roma, fueron vistas "lanchas", como las de guerra, "brillando en los cielos".
- 498 a.C.
Durante la batalla del lago Regilo (Italia antigua) por la invasión de Roma por Tarquino, dos extraños "jinetes de blanco", de altura superior a la de los soldados, aparecieron repentinamente en el fragor de la batalla.
- 480 a.C.
En Temístocles VI, Plutarco recoge el fenómeno producido en Grecia cuando una gran luz flamígea apareció en el cielo, justo cuando los griegos vencían a la flota invasora de Jerjes en la batalla de Salamina.
- 461 a.C.
Según Lycosthenes, "se observó que el cielo brillaba y el pueblo vio extraños fantasmas que les aterrorizaban. Las formas y las voces de la aparición eran terribles para ojos y oídos humanos".
- 394 a.C.
Un "conjunto celeste" brilló sobre Cnido, ciudad de Caria, a la vez que los espartanos eran derrotados en el mar, perdiendo el imperio de Grecia. Así se recoge en la Historia Naturalis VI-XXXI, de Plinio.
- 372 a.C.
Conmemorando la caída de Esparta, el historiador Diodoro Sículo escribió:
"Un portento divino predice la caída del Imperio, pues durante muchas noches fue vista en los cielos una gran luz brillante...".
- 344 a.C.
Plutarco, como recoge Andreas Faber Kaiser en su obra Las Nubes del Engaño, describe el viaje que este año hace Timoleón, al ser requerido por las ciudades griegas de Sicilia a expulsar a los cartagineses, y escribe:
"Ahora, con siete naves corintias y dos de Corcira, y una décima que proporcionaron los leucadianos, él zarpó. Y por la noche, tras haber entrado en mar abierto y hallándose disfrutando de un viento favorable, los cielos parecieron estallar, abriéndose súbitamente sobre su nave, despidiendo seguidamente abundante y vivo fuego. De éste se alzó una antorcha a lo alto, como aquellas de que son portadores los místicos, y corriendo con ellos en su trayectoria los llevó precisamente a aquella parte de Italia a la cual habían puesto rumbo los pilotos...".
-340 a.C.
Varios ufólogos han reseñado la extraña aparición protagonizada por los cónsules Romano y Latino, durante su confrontación, de un extraño individuo de aspecto majestuoso y talla superior a la normal. Dicho "encuentro cercano" está recogido por Tito Livio en su Libro VIII, capítulo VI.
- 332 a.C.
Durante el cerco de Tiro por Alejandro el Grande aparecieron de repente sobre el campo "escudos voladores", como fueron llamados, volando en formación triangular. Dirigía la formación un disco mayor de casi el doble de tamaño de los que le seguían. Los discos se pasearon siendo observados por los ejércitos de ambos bandos, hasta que, de pronto, del mayor de los escudos voladores, salieron unos rayos que deshicieron las murallas y las torres como si fuesen de barro. Y los sitiantes se lanzaron en avalancha por las brechas. Los escudos voladores permanecieron suspendidos hasta que la ciudad fue conquistada y después desaparecieron rápidamente en lo alto, fundiéndose con el azul del cielo.
- 234 a.C.
Nuevamente Plutarco escribe en su Timoleón:
"En Rímini fueron vistas tres lunas mientras los galos invadían Italia".
- 223 a.C.
Dio Cassius, en su Historia Romana escribe:
"Ocurrieron portentas que sembraron gran miedo entre el pueblo de Roma. Un río de Picena tuvo aguas de color de sangre en Etruria, y una buena parte del cielo pareció estar incendiada. En Arimio fulguró una noche una luz como el día. En muchas partes de Italia fueron visibles tres lunas en la noche, y en el foro un buitre estuvo encaramado durante varios días". (Transcripción del Libro I.)
- 222 a.C.
Historia Natural, Libro II, de Plinio:
"Tres lunas aparecieron al mismo tiempo durante el consulado de Gnaeus Domitius y Gaius Faunus".
- 221 a C.
"En Rímini fueron vistas tres lunas que volaban en distintas regiones de los cielos", según narran Julio Obsequens y Lycosthenes en su Prodigium Libellus.
- 218 a.C.
En los libros XII y LXII de su Historia Romana, Tito Livio relata cómo "navíos fantasma" fueron vistos brillando en el cielo. En el distrito, además de en otros lugares, aparecieron imágenes de hombres con brillantes vestidos blancos que se mantenían a distancia sin aproximarse a los testigos. En los libros XXI-XXII, el mismo Tito Livio recoge cómo "fue visto un escudo en el cielo en Arpi (ciudad de Apulia. Italia).
También en dichos libros se recogen nuevas apariciones de "navíos fantasma", así como el fenómeno del "globo del sol", más pequeño, y las "lámparas centelleantes", vistas en el cielo de Praeneste, ciudad de Lacio.
- 217 a.C.
Siguiendo con las obras de Tito Livio, en su libro XXIII informa:
"El disco solar apareció contraído. Resplandecientes piedras cayeron del cielo en Pranesta, y en Arpi aparecieron escudos en el cielo, el Sol pareció estar luchando con la Luna, y en Caperna dos lunas se alzaron al mismo tiempo... En Falero, el cielo pareció desgarrarse como en una gran hendidura y a través de la grieta había relucido una brillante luz y aquellas partes se habían contraído... En Capua hubo el aspecto de un cielo incendiado y de una luna que caía en medio de un aguacero...".
Ese mismo año "globos de fuego" fueron avistados en el cielo cuando los romanos eran derrotados en el lago Trasimenus por las tropas de Aníbal.
© Carballal,1991
Comentarios
Publicar un comentario