En dicha monografía Rocamora dedica un capitulo, el anexo 12, a J. J. Benítez y su “sensacionalismo” y “cinismo”. Rocamora no escatima calificativos a la hora de referirse a la “traición”, así la juzga él, a la promesa firmada el 20 de octubre del 76 en el despacho de Galarza. Y esa, la del Benítez traidor, sería la versión oficial que los militares interpretarían ante dos colegas del navarro, investigadores OVNI también, que en los años 80 comenzaron a interesarse insistentemente por los archivos oficiales del ejército: Vicente Juan Ballester Olmos y Joan Plana.
Ballester y Plana mantuvieron una relación tan estrecha con los militares como Benítez, o más. Pero ahora, con la perspectiva de los años, estamos en disposición de mostrar un profundo escepticismo en relación a lo que el Ejército del Aire buscaba de unos y otro.
Ante Ballester y Plana, que terminaron convertidos en los “asesores ufológicos” de Defensa, el Ejército del Aire se mostraba profundamente molesto por las continuas declaraciones de J. J. Benítez contra el proceso de desclasificación, y sin embargo los militares continuaban recibiendo al navarro en el Estado Mayor del Ejercito del Aire, colaborando con él e incluso, enviando a Angel Bastida al curso de verano organizado por Benítez, en representación oficial, instigado directamente por Emilio Alonso Manglano, entonces Director General del CESID. ¿No resulta incoherente?
Es simplemente inverosímil. Joan Plana, por ejemplo tuvo que presentarse en el cuartel de la Guardia Civil de su ciudad y ser identificado formalmente, por su insistencia en obtener respuestas del Ejército del Aire en relación al tema OVNI, y Benítez, que no ha dejado de despotricar contra los militares, continúa contando con su apoyo, pese a su supuesto enfado. Y no me refiero a ciertas asociaciones clandestinas de militares, como el GAO, que simpatizan con la causa de los ufólogos y nos han facilitado información puntualmente a lo largo de todos estos años, sino de una actitud oficial.
Mientras repudiaban del navarro ante sus nuevos colegas ufológicos, los militares volvían a facilitar a Benítez un documento confidencial; la Instrucción General 40-5 (IG 40-5), prototipo del nuevo cuestionario a utilizar en los informes OVNI, que una vez mas Benítez publica inmediatamente. En este caso me parece especialmente ridículo el aparente malestar de los responsables del proceso de desclasificación, ya que yo mismo he consultado en mi última visita a la Biblioteca del Estado Mayor del Ejercito del Aire informes OVNI desclasificados, redactados sobre la IG 40-5. Ante sus “asesores ufológicos”, sin embargo, los militares consideraban que Benítez había vuelto a publicar un documento secreto.
En 1993 los militares aseguraban a Benítez, y así lo publicó, que “faltó poco para el Ejército del Aire emprendiera una acción judicial contra Ballester Olmos, por alegar que el había inspirado el proceso de la desclasificación”. Sin embargo, en 1997 esos mismos militares aseguraban a Ballester, que consideraban “plantear algún tipo de querella judicial” contra Benítez por las criticas feroces que el navarro había hecho al proceso de desclasificación. Pero al final, pura palabreria. Jamás se tomaron medidas legales contra ninguno de los ufólogos, fomentando, eso si, el enfrentamiento entre ambos, y de paso entre todos sus seguidores.
Mas aún. El 16 de julio de 1993, por primera y última vez en la historia de la desclasificación OVNI, Benítez y Ballester Olmos accedieron a sentarse en el mismo plató de televisión, el del programa Otra Dimensión, de Tele5, para un “cuerpo a cuerpo” que prometía ser muy revelador. Y pese a su aparente disgusto con unos y otros, el Ejército del Aire no sólo accedió a colaborar con el redactor del programa, Javier Sierra, sino que los tenientes generales Angel Bastida y Enrique Rocamora, participaron en el programa, abriendo las puertas del MOA a las cámaras de Tele5.
El debate no llegó a emitirse inicialmente, y resulta tan cómico como revelador leer las interpretaciones que hicieron los seguidores de uno y otro ufólogos, de aquella “censura”. Para los “ufólogos de campo” partidarios de Benítez, Ballester había conseguido que los militares prohibiesen la emisión del programa, ya que el navarro había desenmascarado los engaños de la desclasificación. Para los “ufólogos científicos”, seguidores de Ballester, el director del programa, en un arrebato de ego, había decidido censurar a valenciano dando protagonismo sólo a Benítez, por considerar el debate “demasiado polémico”. Pero quienes hemos tenido acceso a la grabación en bruto del programa, sin editar, sabemos que la verdad es mucho más sencilla. El debate fue aburrido, tedioso, y televisivamente insufrible. No existió censura ni por parte de unos ni de otros. Y de hecho un año después, el 18 de julio de 1994, se reemitió ese capítulo de “Otra Dimensión” incluyendo el famoso debate de marras.
En noviembre de 1993 Benítez publica “Materia Reservada”, donde no deja títere con cabeza en cuanto al proceso de desclasificación. Nuevo aparente malestar, pero Benítez continúa visitando a los militares en el Estado Mayor del Ejercito del Aire, e incluso se presenta en el curso de verano que organiza el CESID en la Complutense, para saludar cordialmente a su viejo amigo Javier Calderón, entonces director general del servicio secreto español… Raro, raro, raro…
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