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¿QUIÉN FUÉ CARLOS CASTANEDA?

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PERCEPCIÓN EXTRA-SENSORIAL EN LA ARQUEOLOGÍA PSÍQUICA


Un caso increíble, de la aplicación de la E.S.P. (Percepción Extra-Sensorial) a la arqueología lo recogemos en el otro extremo del país. Desde Valencia viajamos a Vigo para mantener nuestra enésima entrevista con José, un joven apasionado por el pasado que, al parecer, además posee facultades psíquicas.


En realidad conocemos a José desde hace más de 6 años, cuando inició su trabajo con dos conocidos investigadores arqueológicos vigueses, pero hasta hoy, tanto el sensitivo como los científicos con los que trabaja, nos habían pedido absoluto anonimato.

José entró en contacto con esos dos expertos en arte rupestre (que han realizado trabajo de campo en Venezuela, Perú, Italia, etc), de forma absolutamente casual. Pero en poco tiempo ofreció a sus mentores indicios de poseer una capacidad insólita. José era capaz de descubrir piezas arqueológicas inéditas, o reencontrar otras catalogadas hace años, pero actualmente ilocalizables.

Pablo Novoa, autor de varios libros sobre arqueología y colaborador de las más prestigiosas revistas sobre esta ciencia, nos indicó hace ya 6 años que el joven José poseía una capacidad absolutamente asombrosa e inexplicable. Sin embargo nosotros también mostramos entonces un profundo escepticismo. Escepticismo que no comenzamos a replantearnos hasta que, hace algún tiempo, los mentores de José presentaron en un importante congreso internacional de arqueología el fruto de cinco años de trabajo: más de 100 petroglifos inéditos o ilocalizados durante años, que habían descubierto en los montes del sur de Galicia. Lo que, naturalmente no dijeron en aquel evento arqueológico internacional, es que aquellas piezas habían sido “abatidas” gracias a las capacidades paranormales de un joven profano…


“La ciencia es un poco intransigente -explicaba uno de estos científicos- y nuestros descubrimientos, es decir, los de José, fueron acogidos con entusiasmo por todos los arqueólogos porque realmente hay grabados interesantísimos entre estos hallazgos, pero sabemos que, si la palabra “psíquico” o “paranormal” aparece en nuestros informes, inmediatamente esos mismos descubrimientos serán considerados como pamplinas o tonterías. Se que es poco científico, pero es así”.

Desde estas líneas nos atrevemos a profetizar que, en cuando este artículo vea la luz, sin duda representantes de la arqueología “oficial” ejecutarán académicamente estos descubrimientos arqueológicos que, antes de conocer su origen paranormal, consideraban de extraordinario interés científico. Esa el la habitual actuación del tradicionalismo académico, temeroso de abrirse a nuevas posibilidades.

Ese es el precio que deben pagar algunos verdaderos amantes del conocimiento, como José, que por carecer de una titulación académica o un reconocimiento de la comunidad arqueológica, se ha visto obligado a mantener en secreto durante años su capacidad, haciendo que otros disfrutasen las mieles del éxito de sus descubrimientos. De otra forma -y él lo sabe- sus hallazgos jamás habrían trascendido a la comunidad arqueológica internacional, siendo condenados a circuitos esotéricos marginales.

En cuanto a como lo hace, José no sabe muy bien que responder. “A veces tengo sueños, -declara- o intuiciones, pero lo habitual es que haga el rastreo sobre el terreno. Yo llego a una zona, y comienzo a caminar, y no se, de pronto giro a la derecha, subo una loma, bajo, giro a la izquierda, otra vez a la derecha, ahora nos ponemos a limpiar de arbustos y ¡voilá! Ahí aparece un conjunto de cazoletas o un gran petroglifo espiral…”

El caso de José es absolutamente desconcertante. Y de no venir avalado por dos grandes expertos en arqueología probablemente no habría merecido nuestro interés. Sin embargo seamos cautos, no podemos pretender que cualquier vidente que acuda a un museo afirmando haber localizado telepaticamente los restos de El Dorado, o la mítica Atlántida sea un auténtico “arqueólogo psíquico”.

De hecho es una práctica habitual, en los viajes esotéricos que organizan algunos pícaros, a cambio de píngues beneficios económicos, es la “sintonización” con las piedras. Nosotros mismos hemos podido presenciar como pseudo-expertos en el pasado ofrecían a los incautos que pagaban astronómicas sumas por asistir a esos viajes “iniciáticos” , la posibilidad de “conectar” con el faraón Keops, o “visualizar” los ritos secretos de los sacerdotes faraónicos, simplemente a l pegar la cabeza a un pilar de Abu-Simbel o a una pared de la Gran Pirámide, y tampoco es eso.

Si pretendemos que la parapsicología pueda aportar indicios de investigación razonables a la arqueología, debemos depurar esta disciplina de la gran cantidad de picaros y estafadores que, amparados en la “astro-arqueología” sólo pretenden obtener de nuestro pasado, lo que intentan obtener del presente; dinero o fama. A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar.

No debemos confundir esos puros y duros negocios, con los experimentos que algunos arqueólogos han realizado en importantes centros históricos, como la Gran Pirámide, lejos de intereses económicos y con un sólo objetivo; averiguar la verdad sobre nuestro pasado. Aunque para encontrar esa verdad deban saltarse a la torera todo el intolerante tradicionalismo académico, a aventurarse en un terreno tan resbaladizo como fascinante: la “arqueología psíquica”.





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