En 1993, el Centro Tradicional Asgar anunciaba la futura celebración del primer encuentro internacional de Hitlerismo Esotérico en España. Un seminario que contaría con la participación, según adelantaba el programa, de Rodrigo Emilio (Portugal), Miguel Serrano (Chile), Alexander Duguin (Rusia), A. C. Rangel (Portugal) y otros. Ese acto se llevó a cabo con una gran discreción. De hecho, la circular que se remitió a los posibles interesados decía solamente:
«Para confirmar su inscripción, se le enviará, después de que nos remita esta hoja, una nota indicando el lugar de concentración para la celebración de este seminario.» Asgard no quería miradas indiscretas y el interesado en asistir a ese encuentro debía solicitar una plaza e identificarse por escrito. Los únicos datos que se aportaban eran la fecha, el 24, 25 y 26 de septiembre de 1993, y la región: «Aragón (España).» En el mismo folleto se anunciaba un «histórico encuentro» que se celebraría el 2 de octubre en Valencia, entre Miguel Serrano, Leon Degrelle y Alexander Duguin. Encuentro que, según mis fuentes, no llegó a producirse, al menos en esa fecha.
El citado seminario se celebró finalmente en Santa Eulalia de Gállego (Zaragoza) y yo me las apañé para conseguir las grabaciones magnetofónicas de todas las ponencias presentadas en el encuentro de Asgard, que tenía por título: «Tradición, tierra y etnia.»
Ese acto sirvió para afianzar más sólidamente las perspectivas de futuro del Hitlerismo Esotérico español y también del portugués. Y a finales de ese mismo año se produjo un nuevo giro en el mundo del esoterismo nazi. Entró en escena el factor ovni. Y es que si hay un fenómeno que ha hecho correr ríos de tinta en la segunda mitad del siglo XX es el fenómeno ovni.
Como he expuesto anteriormente, los platillos volantes —independientemente de que aceptásemos o no la existencia de vida extraterrestre— han sido una de las pantallas de encubrimiento más útiles para los servicios secretos. Desde los vuelos del U-2 de la CIA a las pruebas psicosociales de Ummo, pasando por los misiles fuera de control o las falsas abducciones para realizar experimentos médicos con humanos, los ovni son un magnífico comodín para ocultar otras intenciones y, a mediados de los noventa, vivimos un nuevo y excepcional ejemplo: los nuevos nazis.
«Para confirmar su inscripción, se le enviará, después de que nos remita esta hoja, una nota indicando el lugar de concentración para la celebración de este seminario.» Asgard no quería miradas indiscretas y el interesado en asistir a ese encuentro debía solicitar una plaza e identificarse por escrito. Los únicos datos que se aportaban eran la fecha, el 24, 25 y 26 de septiembre de 1993, y la región: «Aragón (España).» En el mismo folleto se anunciaba un «histórico encuentro» que se celebraría el 2 de octubre en Valencia, entre Miguel Serrano, Leon Degrelle y Alexander Duguin. Encuentro que, según mis fuentes, no llegó a producirse, al menos en esa fecha.
El citado seminario se celebró finalmente en Santa Eulalia de Gállego (Zaragoza) y yo me las apañé para conseguir las grabaciones magnetofónicas de todas las ponencias presentadas en el encuentro de Asgard, que tenía por título: «Tradición, tierra y etnia.»
Ese acto sirvió para afianzar más sólidamente las perspectivas de futuro del Hitlerismo Esotérico español y también del portugués. Y a finales de ese mismo año se produjo un nuevo giro en el mundo del esoterismo nazi. Entró en escena el factor ovni. Y es que si hay un fenómeno que ha hecho correr ríos de tinta en la segunda mitad del siglo XX es el fenómeno ovni.
Como he expuesto anteriormente, los platillos volantes —independientemente de que aceptásemos o no la existencia de vida extraterrestre— han sido una de las pantallas de encubrimiento más útiles para los servicios secretos. Desde los vuelos del U-2 de la CIA a las pruebas psicosociales de Ummo, pasando por los misiles fuera de control o las falsas abducciones para realizar experimentos médicos con humanos, los ovni son un magnífico comodín para ocultar otras intenciones y, a mediados de los noventa, vivimos un nuevo y excepcional ejemplo: los nuevos nazis.
En realidad no debe sorprendernos que algún organismo político decidiese tarde o temprano instrumentalizar los platillos volantes y la repercusión que el atractivo fenómeno ovni despierta entre la sociedad occidental, especialmente entre los más jóvenes. De hecho, intuyo que esa intrumentalización se viene ejerciendo desde el mismo origen del fenómeno, en 1947, pero no dispongo de espacio suficiente en este volumen para desarrollar esa convicción."
Pues bien, en 1993 se emitió en varios canales de televisión españoles, al menos en Canal 9 (Valencia), Canal Sur (Andalucía) y TV3 (Cataluña), un documental que supuso un latigazo en las conciencias de los hitlerianos esotéricos españoles. El citado documental «Los ovnis nazis», en realidad un fragmento de un vídeo de mayor duración, pretendía desvelar un terrible secreto mantenido durante décadas en el más férreo silencio: los platillos volantes no eran naves extraterrestres, sino que habrían sido diseñados por los ingenieros nazis durante la segunda guerra mundial, siguiendo las indicaciones que seres superiores habrían dictado a los médiums de la Sociedad Thule.
Según el guionista, a finales de 1919, un grupo de adeptos de Thule se reunió en una sesión mediúmnica para interpretar unos textos en sumerio y en el código templario, que la médium Maria Ostig había recibido de «los dioses arios superiores». En esos mensajes se desarrollaba el concepto de naves circulares y de platillos volantes. A partir de este momento se iniciaron experimentos que dieron como fruto la construcción del primer platillo propulsado por energía vril (concepto extraído de los mitos esotéricos del mundo subterráneo), llamado FRZ-i. A ese supuesto platillo le sucederían los FRZ-2, FRZ-3, etcétera.
En un momento dado se mencionan misiones del FRZ-2 en la Antártida (elemento fundamental en la leyenda del emplazamiento secreto de los supervivientes del Reich y que Serrano rescata en su obra, basándose en su viaje personal a la Antártida en 1947). También se cita la legendaria V-7 y llega a mencionarse una supuesta nave interplanetaria, la Haunnebu-2, que habría de salir del sistema solar, así como la Máquina Andrómeda; una supuesta nave nodriza con la típica forma de cigarro puro... Así, de entrada, esa pretensión puede parecernos ridícula, sin embargo, como dice la vieja máxima de los servicios secretos «no hay mejor mentira que una rodeada de verdades».
Y lo cierto es que durante la segunda guerra mundial, tanto ingenieros de Luftwafe como civiles alemanes diseñaron hasta 15 aeronaves de forma discoidal o triangular, alas volantes y aerostatos circulares.
Pues bien, en 1993 se emitió en varios canales de televisión españoles, al menos en Canal 9 (Valencia), Canal Sur (Andalucía) y TV3 (Cataluña), un documental que supuso un latigazo en las conciencias de los hitlerianos esotéricos españoles. El citado documental «Los ovnis nazis», en realidad un fragmento de un vídeo de mayor duración, pretendía desvelar un terrible secreto mantenido durante décadas en el más férreo silencio: los platillos volantes no eran naves extraterrestres, sino que habrían sido diseñados por los ingenieros nazis durante la segunda guerra mundial, siguiendo las indicaciones que seres superiores habrían dictado a los médiums de la Sociedad Thule.
Según el guionista, a finales de 1919, un grupo de adeptos de Thule se reunió en una sesión mediúmnica para interpretar unos textos en sumerio y en el código templario, que la médium Maria Ostig había recibido de «los dioses arios superiores». En esos mensajes se desarrollaba el concepto de naves circulares y de platillos volantes. A partir de este momento se iniciaron experimentos que dieron como fruto la construcción del primer platillo propulsado por energía vril (concepto extraído de los mitos esotéricos del mundo subterráneo), llamado FRZ-i. A ese supuesto platillo le sucederían los FRZ-2, FRZ-3, etcétera.
En un momento dado se mencionan misiones del FRZ-2 en la Antártida (elemento fundamental en la leyenda del emplazamiento secreto de los supervivientes del Reich y que Serrano rescata en su obra, basándose en su viaje personal a la Antártida en 1947). También se cita la legendaria V-7 y llega a mencionarse una supuesta nave interplanetaria, la Haunnebu-2, que habría de salir del sistema solar, así como la Máquina Andrómeda; una supuesta nave nodriza con la típica forma de cigarro puro... Así, de entrada, esa pretensión puede parecernos ridícula, sin embargo, como dice la vieja máxima de los servicios secretos «no hay mejor mentira que una rodeada de verdades».
Y lo cierto es que durante la segunda guerra mundial, tanto ingenieros de Luftwafe como civiles alemanes diseñaron hasta 15 aeronaves de forma discoidal o triangular, alas volantes y aerostatos circulares.
En uno de mis libros dedico un capítulo a esos aviones de forma discoidal que diseñaron los nazis, cuya creatividad e ingenio están fuera de toda duda. Prueba de ello es que a ingenieros alemanes «adoptados» por los americanos tras la guerra, como Von Braun, debemos en buena medida la carrera espacial.
Algunos de aquellos diseños, como los aviones de despegue vertical, fueron retomados en EE. UU. por los ingenieros de la USAF o de la NASA años después, y de esas ideas, gestadas en las mesas de diseño nazi, surgirían posteriormente algunos proyectos secretos de la aviación norteamericana. Pero lo que plantea el documental sobre los «ovnis nazis» va mucho más allá...
Si bien es incuestionable, desde el punto de vista histórico, que aviones de ala circular, como el AS-6, llegaron a realizar cortos vuelos de prueba con propulsión a hélice, el vídeo en cuestión pretende que en laboratorios secretos se construyeron sofisticados platillos volantes que funcionarían con la energía vril. Esa supuesta energía está relacionada con la leyenda de «El Rey del Mundo», de Renne Genón, y el reino perdido de Agarta o Shambalah. Lo sospechoso es que en dicho documental no aparecen imágenes en movimiento de los supuestos ovnis nazis, aunque sí fotografías fijas de numerosos platillos volantes, que ilustrán la locución en la que se desvela el supuesto gran secreto del Reich.
Según dicho guión, los nazis habían construido una base en la Antártida y en varios puntos de Sudamérica y Tíbet, adonde habrían huido Hitler y sus hombres de confianza, a bordo de dichos platillos. En esas bases secretas, especialmente en la Antártida, continuaría viviendo el Führer con su círculo más cercano, esperando el momento de regresar al frente del Cuarto Reich y retomar su protagonismo en la historia. Cuentos a cual más inverosímil. A pesar de su irracional postulado, aquel vídeo ofrecía a los hitlerianos esotéricos una renovación de la tradiciones ancestrales.
Al fin y al cabo todas las sectas han modernizado sus ofertas religiosas para ir con los tiempos, y el mito extraterrestre es la modernización religiosa por excelencia. Además, subrayaba la creencia neonazi de que una fuente superior inspiró a los líderes del Reich y, lo que es más importante, aportaba el concepto mesiánico imprescindible en toda religión de fin de milenio: el mesías prometido —en este caso Hitler— volverá con poder y gloria al final de los tiempos para repartir justicia y premiar a sus fieles.
Inmediatamente realicé varias copias de dicho vídeo y se las facilité a ingenieros e historiadores aeronáuticos para someter las imágenes de los supuestos platillos sobrenaturales del Reich a un análisis crítico. La conclusión: El documental es técnicamente un fraude. Todo el texto del vídeo está ilustrado con una hábil combinación de películas del archivo del Reich y de elementos aeronáuticos (cazas Stuka, V-2, zepelines...), simulaciones por ordenador, dibujos de naves discoidales y fotos auténticas y trucadas. Entre las fotos verdaderas aparecen errores que sólo alguien familiarizado con el tema reconocería. Por ejemplo, la supuesta imagen del FRZ-2 es en realidad el AS6 que mencioné anteriormente. Tampoco el supuesto plano de la y-7 tiene nada que ver con el diseño original del ingeniero Schriever. Muchas de las otras fotos de supuestos platillos son modelos tirados al aire, deliberadamente desenfocados. Entre las pocas cosas reales del vídeo está la declaración de Andreas Egg, aunque sospecho que ha sido hábilmente montada por el realizador, para así, poder introducir declaraciones sobre proyectos posteriores a la guerra, dentro del contexto del disparatado documental. El efecto del reportaje en cualquier persona mínimamente familiarizada con el ocultismo es de desconcierto, ya que puede reconocer términos, conceptos y argumentos familiares como la Sociedad Thule, la energía vril, la orden Sol Negro de la SS, auténticos platillos nazis (como el AS6) y verdaderas armas secretas alemanas (la V-2). Y sólo un análisis más detenido de los documentos gráficos delata el fraude, al margen de que existan incoherencias obvias, como el hecho de que, utilizando películas de aviones, dirigibles o bombas volantes, no exista ni una sola filmación de algo tan importante como esos platillos construidos desde 1934, según el propio documental, o la absurda pretensión de que Hitler y sus camaradas huyeron en platillo, cuando conocemos las rutas de escape de los mandos del Reich a través de España a Argentina, Paraguay, Chile y otros países sudamericanos...
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