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¿QUIÉN FUÉ CARLOS CASTANEDA?

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ARQUEOLOGIA PSIQUICA: LOS EXPLORADORES DEL PASADO



Los “Indiana Jones” de la parapsicología

Se trata de uno de los fenómenos paranormales menos conocidos y sin embargo más fascinantes: la utilización de la Percepción Extra-Sensorial en la investigación arqueológica.

En España, durante los últimos 10 años, sensitivos y paragnostas anónimos se han puesto al servicio de la arqueología, obteniendo descubrimientos insólitos que, hasta hoy, jamás habían trascendido a la opinión pública.

“A comienzos de los 50 un profesor de historia asombró al campus de la Universidad de Michigan al declarar que solía acudir a sesiones de espiritismo que le ayudaban a descubrir nuevos hechos sobre la era napoleónica. Nadie se sorprendió cuando fue expulsado sin alharacas de la Universidad…”. 

Esta anécdota era recordada por el Dr. Paul S. Martin, Profesor e Investigador-Jefe de Estudios Paleoambientales, del Departamento de Geociencias de la Universidad de Arizona. Poco tiempo después el Dr. Martin reconocía el interés de la aplicación de la parapsicología a la investigación del pasado, e incluso llegaba a prologar un libro sobre “Arqueología Psíquica”.

Uno de los arqueólogos especializados en la utilización de la “arqueología psíquica” es el norteamericano Jeffrey Goodman.

Su primer contacto con la “arqueología psíquica” se produjo siendo todavía uno de tantos estudiantes de arqueología, durante sus cursos de doctorado.

“Un ingeniero aeronaútico de Oregón llamado Aron Abrahamson, que aseguraba poseer poderes psíquicos, me envió en unas cintas magnetofónicas, en las que me detallaba el emplazamiento de un importante yacimiento arqueológico en Flasgstatt (Arizona). Para consternación del mundo académico aquellas precogniciones del sensitivo, además de mis propios sueños, bastaron para descubrir un importante emplazamiento”.

Durante las semanas precedentes a recibir aquellas cintas magnetofónicas el mismo Goodman tuvo una serie de sueños recurrentes que, más tarde, jugarían un importante papel en el descubrimiento de un importantísimo yacimiento arqueológico que Aron Abrahamson sugería en sus visiones.

El psíquico Abrahamson, según relata Jeefrey Goodman, no sólo acertó de pleno en el emplazamiento geográfico del yacimiento, sino que:

“también precisó en un grado increíble los detalles geológicos, cronológicos y arqueológicos. Tal y como predijo se recuperaron herramientas de piedra. Los cambios geológicos aparecieron en las profundidades exactas indicadas, y la datación por carbono radiactivo coincide con las fechas tempranas que el señaló. De las cincuenta y ocho predicciones específicas analizadas hasta ahora, cincuenta y una han demostrado ser correctas.”

A partir de tan notable éxito, Jeefry Goodman decidió dejar a un lado los prejuicios y las chanzas despectivas, para analizar más desapasionadamente los posibilidades que podía ofrecer la parapsicología a la investigación arqueológica. Sus trabajos fascinaron y escandalizaron a la comunidad científica norteamericana, sin embargo, en una época en que los libros de Carlos Castaneda acercaban los fenómenos psíquicos a la universidad, Departamentos de Arqueología tan prestigiosos como el de la Universidad de Toronto solicitaron a Goodman conferencias y seminarios sobre sus técnicas de “Arqueología Psíquica”. En 1977 la Berkley Publishing Corporation publicaba los resultados de sus trabajos arqueológicos en el libro titulado, precisamente, “Psychic Archaeology”. (en España publicado en 1981 Martínez Roca).

Antecedentes históricos

La aplicación de la parapsicología a la investigación arqueológica tiene abundantes precedentes históricos. Uno de los casos más sorprendentes fue protagonizado por Frederick Bligh Bond, uno de los arquitectos religiosos más respetados y formados de su época.

Bond nació el 30 de junio de 1854 en Kent (Inglaterra). Su padre, el reverendo Hooky Bond, era el director de la Marlborough Royal Free Grammar School, y más tarde del Bath College, y fue él quien inculcó al joven Frederick su interés por los libros. Aunque lo que el reverendo Bond no aprobaría es que su hijo incluyese entre sus abundantes lecturas, también los libros espiritistas tan en boga en la época.

Sin embargo, a partir de los 14 años, Bond orientó su formación académica hacia la arquitectura, llegando a ingresar en el Royal Institute of British Architects, y especializándose posteriormente en arquitectura gótica y en la reconstrucción de iglesias antiguas. Ante un expediente tan impecable como el suyo, no es de extrañar que Friederick Bligh Bond fuese el elegido para dirigir las excavaciones de la abadía de Glastonbury, sin embargo, antes de que se produjese el nombramiento, el joven arquitecto ya había escuchado hablar de la abadía durante un curioso experimento psíquico al que se había prestado, como un juego inocente, el 17 de noviembre de 1907. Recordemos que nos encontramos en la época dorada del espiritismo, y entre los caballeros victorianos de la época no se contenía la curiosidad por esos “pintorescos” fenómenos de los que hablaba todo el mundo. Así, de la mano de su amigo el Capitán John Bartlett, Friederick -que estaba familiarizado con las lecturas espiritistas desde su adolescencia- se prestó a una serie de experimentos de psicografía (escritura automática). Durante las sesiones, Bond comenzó a recibir una serie de informaciones muy detalladas sobre la abadía -cuyas excabaciones dirigiría años después por un capricho del destino- a través de supuestos monjes de la misma que habían fallecido años atrás (?).

Ya como director del proyecto en Glastonbury, Bond volvió a acudir a su amigo Bartlett y a la “escritura automática”, obteniendo incluso planos psicográficos que utilizó en sus trabajos. “Hasta las medidas obtenidas coincidan exactamente” -declararía-. Pero cuando Bond se atrevió a divulgar que sus descubrimientos en Glastonbury habían sido guiados psicograficamente por consejos psíquicos estalló el escándalo. Y el escándalo se agravó aún más cuando el arquitecto publicó toda la historia de sus experimentos psíquicos en su libro “The Gate of Remembrance”. Inmediatamente Joseph Armatage Robinson, deán de Welles destituyó a Bond y suspendió las excavaciones.

Otro precursor de esta insólita técnica fue el ruso Stefan Ossowiecki, un famoso y controvertido sensitivo nacido en Moscú en 1877. Hijo de un químico, Stefan estudió química en el Instituto Tecnológico de San Petersburgo. Con veinte años Ossowiecki conoció a un anciano esoterista llamado Vorobej, que le inició en las experiencias psíquicas. En 1917, a los cuarenta años, fue apresado por los bolcheviques, y tras seis meses de cárcel se trasladó a Varsovia, donde comenzó a trabajar como vidente y a hacerse ganador de una fama internacional, que le hizo objeto de estudios por parte de los principales padres de la parapsicología como el premio Nobel Charles Richet, Gustave Geley, el barón Schrenck-Notzing, etc.

Uno de los estudios más fascinantes sobre Ossowiecki se centró en el campo arqueológico. Treinta y tres experimentos psicográficos, dirigidos por el Profesor Poniatowski fueron recogidos en un manuscrito titulado: “Tanteos parapsicológicos de culturas prehistóricas; Experimentos con Stefan Ossowiecki de 1937 a 1941”. En esos informes se detallan las impresiones psicométricas que Ossowiecki tenía al acariciar puntas de silex, vasijas, o hachas prehistóricas, todo ello en el contexto del Paleolítico.

Según los investigadores Ossowiecki tenía aciertos inexplicables al ser interrogado sobre emplazamientos arqueológicos conocidos, teniendo como única documentación sobre los mismos, una muestra arqueológica que se le entregaba para que la “sintiera”. En especial, sus apreciaciones sobre cultura magdaleniense, resulta extremadamente sorprendentes.

Ossowiecki fue uno de los primeros en utilizar la psicometría como herramienta de investigación arqueológica, pero con el paso de los años otros muchos sensitivos utilizarían ese sistema.


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