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¿QUIÉN FUÉ CARLOS CASTANEDA?

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LOBISOMES, HOMBRES LOBO Y LICÁNTROPOS



Pocas leyendas han hecho correr tantos ríos de tinta como la de los hombres-bestia. La creencia de que algunos humanos pueden transformarse en lobos, perros y otros animales está presente en casi todas las culturas, desde Africa a Europa. Y además de una lectura mitológica, esotérica y psicológica, también podemos afrontar el mito del hombre-lobo desde una perspectiva biológica e incluso jurídica.

"La luna preside el firmamento como una ostia consagrada suspendida en el cielo nocturno. Y su mágico efluvio impacta de pleno en el cuerpo del maldito. Un dolor que corroe las entrañas se impulsa desde dentro del cuerpo hacia fuera dilatando y contrayendo el organismo mientras se produce la metamorfosis. Los músculos se tensan rasgando las vestiduras, y un grueso pelaje comienza a cubrir todo la piel. Los ojos se oscurecen, y los dientes se afilan presididos por dos temibles colmillos. Las uñas, ahora garras, arañan el suelo, mientras la conciencia, antes humana, ahora se transforma en puro instinto animal. La mutación se ha completado. El hombre ha dejado de existir para dar paso a la bestia..."

Esta es la clásica imagen del Hombre-Lobo a la que nos ha acostumbrado el cine y la literatura de terror. Dolorosas metamorfosis a la luz de la luna llena que convierten a un humano en una bestia sedienta de sangre.

Mito que recientemente ha sido renovado por el último licántropo "made in Hollywood", el editor Will Randall que protagonizó magistralmente Jack Nicholson, junto a Michelle Pfeiffer en el film "Lobo", de Mike Nichols. 

Sin embargo los hombres-lobo de Hollywood poco tienen en común con los verdaderos licántropos y lobisomes de la vida real. Sí, porque los hombres-lobo existen, ¡vaya si existen! aunque no les surjan pezuñas salvajes, ni un abundante pelaje en las noches de plenilunio, como pretende la estética versión cinematográfica. 

Un mito con historia 

"Al rato miré para ver que hacía el tipo aquel y ¡por todos los dioses! se me puso el corazón en la boca. Se había desnudado completamente y había apilado la ropa al borde del camino. Lo vi orinando en círculo alrededor de sus ropa y, de pronto ¡zas! se transformó en lobo (...) Acto seguido comenzó a aullar horriblemente, al tiempo que se internaba en el bosque a todo correr...". 

Este relato está extraído de la obra "Cena Trimalchionis" del famoso Petronio, en la cual se narra esta insólita experiencia de Trimalquio, uno de los primeros testigos de la transformación de un hombre en lobo. 

Y no solo Petronio se ocupó de esta fascinante leyenda. El tema ha sido tratado por Plinio, Herodoto, Virgilio, Estrabón, Luciano de Samosata, Ovidio, Platón, Pausanias, Santo Tomás de Aquino, San Jerónimo, San Agustín y otros muchos autores clásicos. 

Hasta nuestro literato nacional por excelencia, Miguel de Cervantes, habló de brujas capaces de transformar su cuerpo en el de lobas. Y el célebre Goya plasmó la leyenda en su cuadro "La cocina de las brujas", donde dibujó un grupo de brujos metamorfoseándose en hombres-bestia. 

Nadie podrá negar a estas alturas la influencia que el mito del hombre-lobo ha tenido en el arte, las letras y la cultura occidental, a pesar de los numerosos disparates que sobre la leyenda se han escrito. 

El actor, guionista y director de cine Jacinto Molina -conocido artísticamente como Paul Naschy- es uno de los mayores expertos en el mito del hombre-lobo en España. No solo ha protagonizado más metamorfosis licantrópicas ante las cámaras que ningún otro actor en nuestro país (películas como "La noche de Valpurgis" son clásicos españoles del género), sino que ha documentado abundantemente el mito para sus guiones cinematográficos. Según nos explicaba, ningún otro mito ocultista está tan extendido y documentado como el del hombre-bestia. 

"El lobo -nos explica Jacinto Molina- ha despertado siempre los temores del hombre. Sobretodo en las culturas que dependían de la ganadería. No es raro por tanto que, sobretodo en Europa, se identificase siempre al lobo con lo dañino y maligno. Y por eso no es raro que las maldiciones mágicas convirtiesen al hombre, precisamente en lobo". 

Como apunta Molina, en otras muchas culturas existen mitos similares: los hombres-oso en Rusia, los volkulaku eslavos, los lukokantzari en Grecia, los waerulf de Dinamarca, el lupo manaro italiano, los warulf suecos, el werwolf germano, el mardagail de los armenios, o los temibles hombres-leopardo africanos. 

La leyenda en la actualidad 

Los hombres-leopardo africanos han dejado rastros en algunas sociedades secretas africanas y caribeñas. Todavía hoy al algunos poblados africanos se cree en la existencia de estos terribles personajes. Y el tráfico de esclavos iniciado en 1951 por los Portugueses transportó, a bordo de los cargueros negreros, la leyenda de los hombres-leopardo a tierras de América. 

Actualmente existen sociedades secretas en Cuba, Jamaica, etc, fundadas por los esclavos provenientes de Calabar, donde se generó el mito de los hombres-leopardos: los abakua, un grupo de guerreros de excepcional fiereza y fortaleza, todavía hoy temidos por toda la sociedad cubana.

Otro de los países, de similar historia, donde se mantiene excepcionalmente vivo el mito de los hombres-lobo es Haití. La primera república negra, y el país mas pobre de América, mantiene aún hoy la leyenda de los lougarou (hombres-lobo). Con cierta frecuencia se atribuyen los abundantes asesinatos que se comenten en Haiti (60 a la semana) a estas legendarias criaturas. Y con la misma frecuencia se organizan batidas de haitianos, blandiendo sus temibles machetes de acero, para capturar a esas criaturas malditas. Según una de las tradiciones la posesión de un loa petro -los más duros del panteón vudú- puede convertir a un hombre en bestia. 

El viajero, aventurero y productor de documentales Douchan Gersi recogió varios relatos en Haiti de policías, militares e incluso el alcalde de Saint-Marc, pequeña localidad costera haitiana cercana a Gonaives, que afirmaban haber visto con sus propios ojos un hombre-lobo.

"Estaba cubierto de pelo largo y negro -contaron los testigos a Gersi-, y tenía una larga cola. La cabeza era como la de un perro de gran tamaño que tuviera ojos rojos, luminiscentes, y un resplandor emanaba de ella (...) El alcalde y el comandante tuvieron tiempo de divisar su pene, que era rosáceo y por tanto resaltaba sobre la piel negra. Al cruzar corriendo la calle sobre cuatro patas, daba largas zancadas, demasiado elevadas para ser las de un perro...". 

La verdad es que el relato resulta totalmente increíble. Sin embargo el mismo Gersi afirma que durante uno de sus múltiples viajes por Haití, se encontró con el entierro de un hombre-lobo capturado poco tiempo antes. Cuando, tras sobornar a los enterradores a golpe de dólares y tabaco americano, consiguió abrir el ataúd para ver al supuesto lougarou se encontró con un hombre de unos cincuenta años que "tenía pies y manos sujetos con clavos al fondo del ataúd, llevaba una camisa y unos pantalones de pijama cubiertos de sangre, además tenía un crucifijo clavado en el corazón, y otro clavado en la frente". Evidentemente, hombre-lobo o no, aquel infortunado había muerto salvajemente por la firme creencia en un mito que todavía persiste en Haití. 

Y es que de vez en cuando saltan a los medios de comunicación casos insólitos que nos traen de nuevo el fascinante mito del licántropo. Recientemente una insólita denuncia era presentada a la policía uruguaya. Todos los alumnos de una escuela, incluyendo a la maestra, afirmaban haber descubierto el escondite de un hombre-lobo. En un edificio en ruinas de Arroyo el Dorado, se encontró una especie de nido hecho con ramas, salpicado de ásperos pelos de seis centímetros de longitud no pertenecientes a ningún animal conocido. Al día siguiente alumnos y maestra pudieron ver una especie de criatura de pequeño tamaño, cuerpo encorvado y cubierto de pelo que se movía con extraordinaria agilidad entre los árboles. ¿Se trataba de un auténtico hombre-lobo uruguayo? 

Una cuestión legal 

Este tipo de avistamientos y apariciones mantienen vivo el mito del hombre-bestia en todo el mundo. Y no es de extrañar por tanto que la historia del derecho recoja numerosos casos de asesinatos múltiples atribuidos a hombres-lobo. 

© Carballal,1993


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