Antes incluso de que alumbrara la era moderna del fenómeno OVNI allá por 1947, las autoridades españolas mostraron su interés por aquellos extraños artefactos que ya surcaron los cielos e incluso aterrizaron en tiempos de la Guerra Civil.
Hubo que esperar a 1968 para que el gobierno clasificara como “confidencial” toda la información relativa a este asunto. Desde entonces, el Ejército del Aire, amén de otros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, ha investigado cientos de casos OVNI.
Todo había ocurrido en septiembre de 1985 cuando decenas de vecinos del barrio de Penamoa presenciaron las evoluciones de extrañas luces en el cielo así como -y este era el aspecto más sorprendente- la presencia de un ser humanoide de grandes dimensiones contra quien los vecinos llegaron a disparar a quemarropa con sus pistolas y escopetas de caza. Pero al margen de los testimonios civiles, desde círculos militares se filtró que efectivos del acuartelamiento militar en cuestión también habían visto a la criatura. Es más, también ellos habrían abierto fuego para abatirla. Sin embargo, el misterioso ser no acusó los impactos a pesar de que los soldados vaciaron tres cargadores de sus cetme contra el humanoide.
Los mismos soldados del acuartelamiento, según me confirmaron los vecinos de Penamoa, efectuaron batidas de rastreo en los montes colindantes. Las sucesivas consultas a organismos castrenses para confirmar este punto no aclararon la situación, y como decía, tras meses de trabajo, e infiltrado en círculos aeronáuticos en pos de la información, un buen día compartí salto de paracaídas con Ramón B., a la sazón capitán del Ejército de la Brigada Aerotransportable y jefe de prensa del cuartel en donde habían ocurrido los hechos.
Aquellos informes, clasificados como “materia reservada” desde que en diciembre de 1968 la Junta de Jefes del Estado Mayor del Aire clasificó la información OVNI como “confidencial”, verían la luz tras más de un cuarto de siglo de oscurantismo.
Pocos años después, pero ya en la década de los cincuenta, quien sería Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire de Portugal vivió un encuentro con un “platillo volante” mientras sobrevolaba el espacio aéreo español. Según me explicó en Lisboa el protagonista del suceso, el general Lemos Ferreira, tanto él como los otros cuatro pilotos de caza observaron con toda claridad aquel objeto discoidal, tal y como consta en el correspondiente informe oficial.
Lo hizo en un artículo publicado en el diario ABC, en donde aseguraba que el 10 por ciento de los casos OVNI eran inexplicables. Además, el general Kindelán sugería que tras ese porcentaje podrían esconderse sofisticadas armas secretas.
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